miércoles, 15 de mayo de 2013

A. EINSTEIN: UNA BIOGRAFÍA. Madurez (III)


Además lo hacía sin remilgos y preguntaba con brusquedad el motivo de la visita. Y créanme, ni el tono ni el timbre en el que lo hacía, parece ser que, resultaban tranquilizadores. Lo que se dice, todo un perro guardián.

Con razón uno de los asiduos al hogar de los Einstein la comparó con Cancerbero. Recuerden, el perro de tres cabezas que guardaba la entrada del Infierno.

En cierta ocasión Einstein tuvo que tranquilizar a un compañero físico que acudió a visitarle: “No se asuste por frau Einstein, está ahí para protegerme”. Cómo sería, que llegó a cobrar las fotografías que le hacían a Einstein.

Eso sí, el importe lo destinaba a los niños de Viena que morían de hambre en la posguerra.

En diciembre de 1919, el científico recibía su único título honorífico alemán: Doctor en Medicina por la Universidad de Rostock.

Durante esas navidades, encontró tiempo para una manualidad. Recortó las siluetas de sus hijas, Ilse y Margot, su mujer, Elsa, y la suya propia y las pegó en la primera página de un libro infantil, El viaje de Pedrito a la Luna.

Lo envió como regalo de navidad al hijo de un amigo. Estaba muy orgulloso de su obra, en la que invirtió sólo dos horas. El artisteo de un científico.

La muerte de mamá 
A finales de 1919, el cáncer abdominal que padecía Pauline Einstein estaba ya en fase terminal. Consciente de ello, escribió a su hijo para pasar unos días en su casa. Einstein le puso una cama en su propio estudio y, Elsa, se encargó de cuidar a su tía-suegra.

Murió a primeros de febrero de 1920.

Como el primer matrimonio, que empezó bajo la sombra de la muerte de su padre, el segundo empezaba con la pérdida de su madre. Otra semejanza entre sus dos matrimonios.

Es como si su felicidad tuviera un precio previo y fatal. (Los viejos que han muerto siguen viviendo dentro de los jóvenes).

A los pocos días adquiría, de nuevo, la nacionalidad alemana.

Compañía Anti-Relatividad S.L
El 12 de febrero dio una conferencia en la Universidad de Berlín, en la que se produjeron disturbios antisemitas. En junio pronunció conferencias en Noruega y Dinamarca. A su vuelta se encontró con una desagradable sorpresa.

Para el 25 de agosto se había organizado un mitin, en la sala de concierto más grande de la ciudad, con el único propósito de denigrar su persona y atacar su teoría de la relatividad. Por judía y comunista. Nace el antisemitismo público.

Tras él, el Grupo de Estudios de los Filósofos Naturalistas Alemanes, al que Einstein apodaba, con ironía, la “Compañía Anti-Relatividad S.L.”. Y en el grupo, como una de sus figuras más destacadas un viejo amigo, el físico húngaro, Philipp Lenard (1862-1947).

Einstein tuvo la frialdad de asistir al multitudinario acto y ocupar un asiento de palco. Desde él, no se recató en gesticular y reírse de todos, mientras le vilipendiaban desde el escenario. Genio y rabia.

Dos días después, publicaba un duro y crítico artículo en el diario Berliner Tageblatt, quizás, no en los términos más acertados. Muchos de sus amigos científicos salieron en su defensa, con la publicación en prensa de una declaración conjunta.

Con posterioridad (1930), el movimiento nazi publicó el libro Cien autores contra Einstein. Una colección de ensayos en un intento de desacreditar a la teoría y al científico.

Cuando un periodista le pidió su opinión sobre el libro se limitó a decir: “¿Por qué cien? Si mi teoría estuviera equivocada, hubiera bastado con uno”. Qué razón tenía.

Fundamentalismo científico 
El 23 de setiembre de 1920, en el Congreso de Científicos y Físicos Alemanes celebrado en Bad Nauheim, y en una sesión presidida por M. Planck, Premio Nobel de Física en 1905, P. Lenard atacó verbalmente a Einstein.

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