jueves, 15 de noviembre de 2012

Higgs, Bosón, Barcelona (IV)


(Continuación) Pero por lo que no pasa el científico es por lo de ‘la partícula de Dios’.

Una desacertada, y más que manida, expresión acuñada, popularmente, para referirse al hallazgo de su bosón, científicamente denominado, el bosón de Higgs.

'La partícula de Dios’
Como ya se ha comentado, esta partícula subatómica elemental está considerada en la actualidad por los físicos, como la clave para entender la estructura fundamental de la materia y la responsable de generar la masa para todas las demás partículas. Es decir, la masa de toda la materia del universo.

Como pueden vislumbrar no es un asunto menor, sino de vital importancia.

Una idea, la del bosón, enmarcada dentro de la conocida Teoría del modelo estándar de la física de partículas, que describe las relaciones entre las interacciones fundamentales conocidas (nuclear fuerte, nuclear débil, electromagnética y gravitatoria) y las partículas elementales que componen todo lo que existe.

Desarrollada entre 1970 y 1973, se trata de una teoría cuántica de campos consistente, en buena medida, con la mecánica cuántica y la relatividad especial. Y que, recientemente, se ha visto refrendada por los estivales experimentos del CERN, que posibilitaron comprobar la existencia del bosón.

Una existencia que, para Higgs, no guarda ninguna relación con ningún Dios.

Por eso, con exquisita corrección, ruega que se aleje esta cuestión científica de la religión ya que, a su entender, crea confusión entre teología y ciencia, dos campos de conocimientos bien distintos y diferenciados.

“No me gusta nada porque confunde a la gente, al mezclar ámbitos que no tienen relación alguna, como la ciencia y la teología”.

Es decir, se distancia de esa absurda denominación religiosa aplicada a sus estudios científicos. No ve en ello más que un vano intento de inmiscuir a Dios en asuntos que nada tienen que ver con las creencias religiosas.

Ateo declarado, Higgs, aboga por no mezclar. En un lado la ciencia y en otro la creencia.

Y cada una con su propia balanza de medir. La primera con el contrapeso objetivo de las pruebas científicas. La otra con el subjetivo de la fe.

Ya se lo he comentado en más de una ocasión. Ciencia y creencia no deben viajar juntas. Es más, son malas compañeras de viaje. Una debe empezar sólo donde y cuando acabe la otra.

No. En este sentido el científico Higgs no parece pensar lo mismo que la Santa de Ávila, quien con su conocida cita de “Entre pucheros anda Dios”, pretende dar importancia a las tareas cotidianas de la vida, dándole categoría de camino de conocimiento espiritual.

Ignoro si Santa Teresa acierta en su analogía o no, lo que tampoco hace al caso.

Ella se refiere a los hechos cotidianos y el conocimiento espiritual. Mientras que lo de Higgs, en primer lugar, no tiene nada de cotidiano y, en segundo lugar, sólo atañe al conocimiento material.

Queden pues los pucheros en la cocina y las partículas elementales en el CERN.

Se lo dije, ciencia y creencia son dos campos de actuación humana, que no tienen nada que ver. Yerran quienes los ven, o quieren ver, unidos.

Pero claro, y volviendo a lo que nos trae. Si para el creador de la partícula el asunto está más que nítido, ¿por qué se la llama así? (Continuará)


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