miércoles, 28 de noviembre de 2012

Goldfinger o la chica de la muerte dorada (1)


Nada más leer título y subtitulo de la entrada, les supongo ya en contexto y situación. Uno cinematográfico, la otra letal. Más, por si no fuera este el caso, les pongo en antecedentes de ambos.

Año 1964, estreno cinematográfico de la tercera película de la saga de James Bond, interpretada por Sean Connery y de título Goldfinger.

La expresión del subtítulo alude a una de las imágenes míticas bondianas. La original muerte de una chica bond, al cubrirle cada centímetro cuadrado (cm2) de su piel con pintura dorada.

Lo que implica cierta cantidad de pintura por una parte y un cierto riesgo físico por otro.

No olvidemos que la piel es el mayor órgano del cuerpo humano o animal, y que puede llegar a tener un área, en muestra especie, de unos dos metros cuadrados (2 m2), es decir veinte mil centímetros cuadrados (20 000 cm2), y una masa aproximada de cinco kilogramos (5 kg).

También aprendimos en nuestra etapa escolar que tiene como misiones: actuar de barrera protectora, aislándonos del medio que nos rodea; contribuir a mantener íntegras nuestras estructuras internas, y funcionar, en cierto modo, como sistema de comunicación con el entorno.

Luego si nos pintáramos todo el cuerpo con pintura dorada, ¿nos pasaría lo mismo que a la chica de Goldfinger y moriríamos asfixiados? ¿Tiene que ser dorada la pintura? ¿Cuánto hay de cierto en la película y cuánto de leyenda urbana? ¿Qué dice la ciencia al respecto?

Bueno pues ya tenemos tema enrocado. Tin tararan tan tantantan tin, ...

Goldfinger, la película
Se lo adelantaba más arriba. La escena de la chica muerta sobre la cama con la piel cubierta de oro es un clásico, junto con la inicial e iniciática escena cinematográfica de la mirilla telescópica. Ya saben.

Ésa en la que un cañón de pistola sigue a un elegante señor de mediana edad que camina sobre un fondo blanco y que, en un repentino escorzo gira y dispara. La sangre resbala sobre la pantalla y todos sabemos que va a comenzar la acción.

Sí, ambas, son un clásico por méritos propios y necesitan de poca explicación.

En la escena de la cama la chica muerta es Jill Masterson, secretaria personal del malvado Auric Goldfinger y al que termina traicionando, atraída por los encantos de agente secreto al servicio de su majestad británica.

Bond es mucho Bond.

Bueno, pues a pesar de que sólo aparece durante cinco minutos (5 min) en la película, esta chica es una de las más famosas de toda la saga (con el permiso, por supuesto, de Honey Rider, la hermosa mujer coleccionista de conchas de Agente 007 contra el Dr. No de 1962).

Y su escena, me refiero a la de Jill, es una de las más recordadas. De hecho esa imagen fue la campaña publicitaria de la película, y tanto caló que, cuarenta y cuatro (44) años, se repitió. En este caso el personaje es Camille otra chica bond, ésta una joven boliviana que busca vengar la muerte de su familia.

Ocurre en Quantum of Solace de 2008, y la desgraciada y bella chica encuentra una muerte parecida en postura y lugar. Sólo que ella está cubierta de petróleo.

Un material menos glamuroso que el oro, pero más acorde con el signo de los tiempos. Y sin lugar a dudas, se trata de todo un homenaje a Goldfinger y la chica dorada.

Divulgación química: oro y cianuro
Y hablando de oro y petróleo. Ya que estamos en un blog con pretendida vocación de divulgación científica, y recordando aquello de que ‘divulga que algo queda’, pondremos nuestro particular granito de arena. (Continuará)


1 comentario :

Anónimo dijo...

al rodar esa parte, tenia el abdomen sin pintar, y estaba atendida por medicos.