(Continuación) A modo de semblanza profesional, a su director Peter Hyams (1943), le debemos también entre otras: 2010 (secuela de la película 2001, Odisea del espacio), Timecop, Atmósfera Cero, El fin de los días, El sonido del trueno, etcétera.
Una filmografía muy definitoria. Lo que está bien.
Sin embargo, y volvemos a la Luna, aunque la estupidez insiste siempre, la realidad se muestra tozuda. Con el paso del tiempo y el peso de las pruebas, que no mienten, la idea de la conspiración fue perdiendo fuelle.
Lo hacía ahora gracias a las alas televisivas que le proporcionaron el programa Teoría de la conspiración: ¿llegamos a la Luna?, emitido por la cadena estadounidense de televisión Fox.
En él se mostraba una encuesta realizada ese mismo año, en la que el veinte por ciento (20%) de los entrevistados manifestaban sus dudas sobre el alunizaje. Ya ven, tan solo un quinto.
Un porcentaje en absoluto significativo, matemáticamente hablando, pero que dio nuevas armas a los crédulos, para continuar en su empeño del fraude.
Una acción pseudocientífica que también provocó una reacción en el mundo científico. Es lo que tiene la Tercera ley de Newton que estudiamos en la mecánica bachillera.
Por decirlo de forma breve, toda acción que realice un sistema sobre otro, vendrá acompañada por una reacción de este otro sobre el uno.
Sí, es así. En el universo, las interacciones siempre van en pareja, de dos en dos. Una ley inexorable.
Sólo a modo de recordatorio les pongo negro sobre blanco, dos de los supuestos argumentos lógicos de los conspiranoicos que según ellos demuestran que el hombre nunca estuvo en la Luna.
Uno, el hecho de que no se hayan realizado nuevas misiones tripuladas y, dos, que éste sea el único caso de la carrera espacial que no ganaron los rusos.
Si les digo la verdad, no acabo de entender exactamente ni lo que quieren decir, ni lo que, supuestamente, demuestra lo que dicen.
Yo sólo sé que, por ejemplo, los soviéticos dieron por real el viaje desde el primer momento. Que las rocas traídas han sido analizadas por científicos de todo el mundo y ninguno, nunca, ha dudado de su origen. Que los reflectores dejados allí en los diferentes viajes, aún hoy, son empleados por muchos observatorios terrestres.
Que desde el punto de vista sociológico se ha estimado que sería necesaria la complicidad de cuatrocientas mil (400 000) personas para montar un engaño de estas características. Un número que, cualquiera alcanza a comprender, lo hace inviable.
Y por si fuera poco, las últimas sondas han enviado imágenes de los restos de los ‘rover’ y módulos lunares allí dejados, así como de las banderas colocadas, todas aún en pie salvo la primera, la del Apolo 11.
No les canso. Pero por si están interesados, a modo de prontuario les remito de nuevo al decálogo del profesor Eugenio Fernández y, para una información más exhaustiva, a su libro.
La razón termina por tener razón.
Porque las circunstancias han cambiado.
Con el progreso de la ciencia y la tecnología, se han realizado nuevos descubrimientos en la superficie lunar, que hacen plantearse que puede ser negocio volver al satélite.
Un gran negocio que podría suponer otro gran paso para la humanidad.
¿Qué es lo que se ha descubierto? ¿Por qué no se había hecho antes? ¿Qué aspectos de nuestras vidas cambiarían? ¿Para cuándo se harían realidad esos viajes? ¿Qué países los realizarían?
Muchas preguntas en busca de respuestas, que pueden hacer tambalearse el ombliguismo de la NASA cuando, por boca de Aldrin, dijo que la Luna ya estaba hecha, como dando a entender que ya no era necesario volver a visitarla.
¿Mira que si volvemos? ¿Por qué podríamos volver a la Luna?
Sin embargo, y volvemos a la Luna, aunque la estupidez insiste siempre, la realidad se muestra tozuda. Con el paso del tiempo y el peso de las pruebas, que no mienten, la idea de la conspiración fue perdiendo fuelle.
Desarrollo de la conspiración lunera: un programa de televisión
Y no fue hasta principios de este siglo XXI, en su primer año 2001, cuando la idea pareció emprender nuevos vuelos.Lo hacía ahora gracias a las alas televisivas que le proporcionaron el programa Teoría de la conspiración: ¿llegamos a la Luna?, emitido por la cadena estadounidense de televisión Fox.
En él se mostraba una encuesta realizada ese mismo año, en la que el veinte por ciento (20%) de los entrevistados manifestaban sus dudas sobre el alunizaje. Ya ven, tan solo un quinto.
Un porcentaje en absoluto significativo, matemáticamente hablando, pero que dio nuevas armas a los crédulos, para continuar en su empeño del fraude.
Una acción pseudocientífica que también provocó una reacción en el mundo científico. Es lo que tiene la Tercera ley de Newton que estudiamos en la mecánica bachillera.
Por decirlo de forma breve, toda acción que realice un sistema sobre otro, vendrá acompañada por una reacción de este otro sobre el uno.
Sí, es así. En el universo, las interacciones siempre van en pareja, de dos en dos. Una ley inexorable.
Desarrollo de la contra-conspiración lunera
Con argumentos basados en datos, pruebas y razonamientos lógicos, y utilizando también Internet como los ‘magufos’, desde diferentes campos de la ciencia, los divulgadores científicos contrarrestaron todos y cada uno de los falaces argumentos de los crédulos, basados en errores, evidencias y especulaciones. Sólo a modo de recordatorio les pongo negro sobre blanco, dos de los supuestos argumentos lógicos de los conspiranoicos que según ellos demuestran que el hombre nunca estuvo en la Luna.
Uno, el hecho de que no se hayan realizado nuevas misiones tripuladas y, dos, que éste sea el único caso de la carrera espacial que no ganaron los rusos.
Si les digo la verdad, no acabo de entender exactamente ni lo que quieren decir, ni lo que, supuestamente, demuestra lo que dicen.
Yo sólo sé que, por ejemplo, los soviéticos dieron por real el viaje desde el primer momento. Que las rocas traídas han sido analizadas por científicos de todo el mundo y ninguno, nunca, ha dudado de su origen. Que los reflectores dejados allí en los diferentes viajes, aún hoy, son empleados por muchos observatorios terrestres.
Que desde el punto de vista sociológico se ha estimado que sería necesaria la complicidad de cuatrocientas mil (400 000) personas para montar un engaño de estas características. Un número que, cualquiera alcanza a comprender, lo hace inviable.
Y por si fuera poco, las últimas sondas han enviado imágenes de los restos de los ‘rover’ y módulos lunares allí dejados, así como de las banderas colocadas, todas aún en pie salvo la primera, la del Apolo 11.
No les canso. Pero por si están interesados, a modo de prontuario les remito de nuevo al decálogo del profesor Eugenio Fernández y, para una información más exhaustiva, a su libro.
La razón termina por tener razón.
Últimas noticias sobre la Luna
Y aclarada la cuestión de por qué el hombre no ha vuelto a pisar la Luna desde 1972, sencillamente no era un buen negocio, quizás sea el momento de puntualizar que no lo ha hecho, pero hasta ahora. Porque las circunstancias han cambiado.
Con el progreso de la ciencia y la tecnología, se han realizado nuevos descubrimientos en la superficie lunar, que hacen plantearse que puede ser negocio volver al satélite.
Un gran negocio que podría suponer otro gran paso para la humanidad.
¿Qué es lo que se ha descubierto? ¿Por qué no se había hecho antes? ¿Qué aspectos de nuestras vidas cambiarían? ¿Para cuándo se harían realidad esos viajes? ¿Qué países los realizarían?
Muchas preguntas en busca de respuestas, que pueden hacer tambalearse el ombliguismo de la NASA cuando, por boca de Aldrin, dijo que la Luna ya estaba hecha, como dando a entender que ya no era necesario volver a visitarla.
¿Mira que si volvemos? ¿Por qué podríamos volver a la Luna?
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