- ¡Papá, papá!- llama a su padre asustado.
– ¡Corre! ¡Ven! hay un niño en el agua.
El padre, alarmado, se acercó corriendo.
-¿Qué? ¿Dónde?- le preguntó a su hijo.
Quien le apuntó con el dedo el charco. El padre, tras mirar y con una sonrisa condescendiente, le contestó.
-No hijo. No hay ningún niño en el agua del charco ¿No ves que es un hombre de, por lo menos, mi edad?
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