Es cosa sabida. Quien dice bañarse, dice tener los dedos de manos y pies arrugados, en cuanto nos pasemos en su duración. Es una evidencia al alcance de todos.
Después de tomar un baño durante un rato, ya sea en la bañera, en una piscina o en la playa, las yemas de los dedos de manos y pies se arrugan como si fueran uvas pasas.
¿Por qué se arrugan los dedos al estar en el agua?
Pero si se fijan bien parece que sólo lo hacen las yemas. Y no así las palmas de manos y pies, ni tampoco el resto del cuerpo. Es más, si se fijan mejor, al poco tiempo de dejar de estar en contacto con el agua las arrugas han desaparecido.
¿Por qué es así? ¿Qué tiene que decir la ciencia al respecto de este “efecto dedos arrugados”.
Como ven esto de la ciencia no tiene remedio. Nunca se acaban las preguntas. Y a mí que me encanta.
Bien, como suele decir el carnicero de mi barrio, vayamos por parte.
¿Por qué se arrugan las yemas de los dedos al estar en el agua?
En principio la respuesta no es difícil, aunque conviene tener en cuenta algunos conceptos y fenómenos científicos. Como sabemos la piel es la principal barrera de nuestro organismo frente al exterior, pero es una barrera permeable. Es decir, que permite que los líquidos la atraviesen sin alterar su estructura interna. Es así como absorbemos agua tanto del aire como, naturalmente en mayor medida, cuando nos bañamos.
Se trata de un fenómeno físico conocido como ósmosis.
Una piel que está formada, fundamentalmente, por dos capas: una interna, la dermis y otra externa, la epidermis. Ambas capas están unidas pero no juntas ya que existe un ligero espacio intermedio entre ellas.
La epidermis o capa externa de la piel está formada por unas células llamadas queratinocitos, que poseen un esqueleto intracelular muy robusto constituido por una proteína llamada queratina.
Cuando la piel lleva tiempo en contacto con el agua, debido a su permeabilidad, la queratina la absorbe y se hincha. Un proceso doble posible gracias a dos factores.
Uno. El hecho de que esta capa externa, formada por células desvitalizadas y cornificadas, sea más gruesa que la interna. Dos. El que el espacio que le separa de la dermis, en el caso de las yemas, sea relativamente holgado.
Dos factores a su favor que le permitirán absorber una mayor cantidad de agua y un espacio donde acumularla. (Continuará)
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