Es uno de esos asuntos que llegan a nuestras vidas cada verano, como las plagas de medusas lo hacen a nuestras playas. Y para muchos de nosotros, ya seamos mayores o pequeños, la respuesta puede que sea afirmativa.
Sí. Hay que esperar dos horas después de comer para bañarse, porque si no, se corre el riesgo de sufrir un corte de digestión.
Así se llama la cosa. Y por lo visto, es algo que puede ser muy peligroso.
Introducción
Esa era la justificación habitual que de pequeño nos daban, y que de hecho aún hoy se sigue oyendo. Entrar en esas condiciones en el agua, sin guardar el tiempo debido, podía causar un corte de digestión y resultar, incluso, mortal. Y en lo que respecta a la espera horaria, el corte de digestión y el peligro fatal coincidían por igual padres, abuelos, tatas y vecinos. Todos eran igual de tajantes, unánimes y alarmistas.
Así que no quedaba otra. Había que esperar. Se siente te decían.
Donde no existía ya tanta coincidencia, era en el tiempo estipulado de espera. Cada familia tenía el suyo. Pero vamos, andaba entre dos y tres horas. Que ya es esperar a esa edad, en verano y cerca del mar o la piscina.
Pero no había más remedio. Se trataba de una inexplicable ley cósmica del tiempo de espera.
En lo de la variante temporal, mis hermanos y yo, no salimos mal parados. Lo nuestro eran dos horas y cuarto de espera. Ahora, eso sí, una espera de germánico cumplimiento y suiza precisión. Buena era mamá para estas cosas, como para tantas otras.
Recuerdo que cuando de pequeños íbamos a bañarnos los amigos, no mis hermanos y yo, pero sí otros niños, decían, y algunos ponían en práctica, una curiosa excepción a la inquebrantable ley de la digestión.
Una según la cual, si inmediatamente después de haberte comido el bocadillo, te metías en el agua con el último bocado en la boca, entonces, entonces, no se te cortaba la digestión.
No me pregunten el por qué pero así era. Venía a ser como una violación de la ley.
Una mágica neutralización de las leyes físicas naturales, conocida sólo por los niños. Un “hecha la ley, hecha la trampa”.
El mito de las dos horas de digestión
El caso es que, desde muy pequeños, todos hemos oído hablar de los peligrosos cortes de digestión. Y estarán conmigo que hay pocas cosas que desesperen más a un niño, que la de tener que esperar dos horas, dos horas y media o tres horas, para poder bañarse. Aunque no debemos olvidar que, también en ciencia, la verdad es hija del tiempo. (Continuará)
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