(Continuación) Es decir, de nuevo estamos frente al efecto placebo de siempre.
El mismo con el que los pícaros engañan a ingenuos e ignorantes, valiéndose un mucho de la publicidad y un poquito de pseudociencia.
Un detalle más desde el punto de vista nutricional. A diferencia de otros timos alimenticios, las bayas de Goji no son perjudiciales para su salud.
De hecho, los estudios realizados con ellos avalan su contenido en antioxidantes, polisacáridos complejos (proteoglicanos, a los que se le atribuyen en gran medida los efectos saludables) y monosacáridos, luteína y zeaxantina (muy beneficiosa para la vista), fibra, proteína y carbohidratos.
Vamos, como otras tantas hortalizas, frutas y verduras que abundan en nuestros mercados.
Les recalco esto porque, si bien las bayas de Goji no son perjudiciales para la salud, si lo son para su economía.
Son muy caras comparadas con los productos, igual de benéficos para su salud, que se encuentran en el mercado.
Por ejemplo el cacao en polvo o las ciruelas pasas que, al no estar de moda, se venden a precios muy inferiores a los de las bayas de Goji. Teniendo los mismos efectos.
Ahí está el timo, fomentado por una publicidad engañosa y propiciado por la falta de formación de las personas.
De entrada la ciencia niega la mayor.
Aunque sea en el lejano y milagrero Himalaya, 4.000 metros de altura es demasiada altura. Ahí, como mucho, la vegetación es poco más que herbácea.
Se trata por tanto de una región totalmente inadecuada, para producir los inmensos cultivos de bayas rojas, necesarios para inundar los mercados de medio mundo del dichoso producto, como está ocurriendo.
Lo cierto de este timo es que la baya de Goji se cultiva en extensas plantaciones localizadas en el norte de China, sobre todo en las fértiles tierras del río Amarillo.
Así que ni del Himalaya, ni salvaje. Y, por no ser, ni siquiera procede de una agricultura biológica, como también afirman. Se ve que esto de lo ecológico sigue vendiendo.
Esto de entrada. De salida la Botánica sigue negando la mayor de esta planta.
Sucede que ni siquiera es autóctona de allí. Su origen es mediterráneo. Como lo oyen.
Estas bayas, que en la actualidad se importan desde China, son originarias del Mediterráneo y se dan bien en amplias regiones templadas del mundo.
Pertenece a la familia de las Solanáceas, que es la misma familia de nuestras patatas, tomates, pimientos, berenjenas y otras verduras de nuestra dieta. En concreto pertenecen a la especie Lycium Barbarum.
Leo que son primas hermanas de nuestro cambrón (Lycium europaeum), ese arbusto espinoso común en las montañas de Almería, Murcia y Alicante.
Así que ya ven. Ni una sola verdad hay en sus extraordinarias afirmaciones.
Pues hasta aquí dio el “timo milonguero” de las bayas de Goji. Recuerde.
No existe ningún alimento milagroso o milagrero. El único secreto para gozar de buena salud es una dieta adecuada, rica en frutas y verduras, y la práctica habitual de ejercicio físico.
La ingesta de estas bayas no aportan absolutamente nada, a las personas que no sigan una dieta equilibrada. Lo que sí consiguen es aligerarle el bolsillo, en beneficio, claro, del timador. Que es lo que hacen todos los timadores.
No es más que una moda alimentaria fraudulenta, basada en un alimento con un perfil nutricional bueno y un gran efecto placebo.
Y a propósito de fraude y moda. Les supongo al tanto del penúltimo de los timos: el de la famosa pulserita de silicona holográfica.
Esas que algunos dicen, que otros cuentan que reaccionan positivamente con el campo de energía del cuerpo. Y que nos brindan un estado de armonía y equilibrio. Ya.
Mucho me temo que estamos ante una nueva versión del timo de la pulsera magnética de hace unos años.
Qué cansinos resultan. Qué aburrimiento. Casi mejor que me quedo con las bayas.
El mismo con el que los pícaros engañan a ingenuos e ignorantes, valiéndose un mucho de la publicidad y un poquito de pseudociencia.
Un detalle más desde el punto de vista nutricional. A diferencia de otros timos alimenticios, las bayas de Goji no son perjudiciales para su salud.
De hecho, los estudios realizados con ellos avalan su contenido en antioxidantes, polisacáridos complejos (proteoglicanos, a los que se le atribuyen en gran medida los efectos saludables) y monosacáridos, luteína y zeaxantina (muy beneficiosa para la vista), fibra, proteína y carbohidratos.
Vamos, como otras tantas hortalizas, frutas y verduras que abundan en nuestros mercados.
Les recalco esto porque, si bien las bayas de Goji no son perjudiciales para la salud, si lo son para su economía.
Son muy caras comparadas con los productos, igual de benéficos para su salud, que se encuentran en el mercado.
Por ejemplo el cacao en polvo o las ciruelas pasas que, al no estar de moda, se venden a precios muy inferiores a los de las bayas de Goji. Teniendo los mismos efectos.
Ahí está el timo, fomentado por una publicidad engañosa y propiciado por la falta de formación de las personas.
Lo que dice la Botánica
Pues que la publicidad también miente cuando habla de su exótico y mistérico origen.De entrada la ciencia niega la mayor.
Aunque sea en el lejano y milagrero Himalaya, 4.000 metros de altura es demasiada altura. Ahí, como mucho, la vegetación es poco más que herbácea.
Se trata por tanto de una región totalmente inadecuada, para producir los inmensos cultivos de bayas rojas, necesarios para inundar los mercados de medio mundo del dichoso producto, como está ocurriendo.
Lo cierto de este timo es que la baya de Goji se cultiva en extensas plantaciones localizadas en el norte de China, sobre todo en las fértiles tierras del río Amarillo.
Así que ni del Himalaya, ni salvaje. Y, por no ser, ni siquiera procede de una agricultura biológica, como también afirman. Se ve que esto de lo ecológico sigue vendiendo.
Esto de entrada. De salida la Botánica sigue negando la mayor de esta planta.
Sucede que ni siquiera es autóctona de allí. Su origen es mediterráneo. Como lo oyen.
Estas bayas, que en la actualidad se importan desde China, son originarias del Mediterráneo y se dan bien en amplias regiones templadas del mundo.
Pertenece a la familia de las Solanáceas, que es la misma familia de nuestras patatas, tomates, pimientos, berenjenas y otras verduras de nuestra dieta. En concreto pertenecen a la especie Lycium Barbarum.
Leo que son primas hermanas de nuestro cambrón (Lycium europaeum), ese arbusto espinoso común en las montañas de Almería, Murcia y Alicante.
Así que ya ven. Ni una sola verdad hay en sus extraordinarias afirmaciones.
Concluyendo que es gerundio
Y bueno. Lo de la longevidad de los ancianos hunzas, ya se imaginarán que es otra macana tibetana, que no merece la pena ni comentar.Pues hasta aquí dio el “timo milonguero” de las bayas de Goji. Recuerde.
No existe ningún alimento milagroso o milagrero. El único secreto para gozar de buena salud es una dieta adecuada, rica en frutas y verduras, y la práctica habitual de ejercicio físico.
La ingesta de estas bayas no aportan absolutamente nada, a las personas que no sigan una dieta equilibrada. Lo que sí consiguen es aligerarle el bolsillo, en beneficio, claro, del timador. Que es lo que hacen todos los timadores.
No es más que una moda alimentaria fraudulenta, basada en un alimento con un perfil nutricional bueno y un gran efecto placebo.
Y a propósito de fraude y moda. Les supongo al tanto del penúltimo de los timos: el de la famosa pulserita de silicona holográfica.
Esas que algunos dicen, que otros cuentan que reaccionan positivamente con el campo de energía del cuerpo. Y que nos brindan un estado de armonía y equilibrio. Ya.
Mucho me temo que estamos ante una nueva versión del timo de la pulsera magnética de hace unos años.
Qué cansinos resultan. Qué aburrimiento. Casi mejor que me quedo con las bayas.
2 comentarios :
cuando va a hablar de las pulsera. me interesa mucho
me han hablado muy bien de ellas y de su poder
Precisamente lo que se dijo de las pulseras es que era un completo engaño. Es como si te tomas pastillas vacías completamente convencido de que a la mañana siguiente te despertarás mejor; si ocurre, es por el efecto placebo, que no tiene nada que ver con la pastilla -ni con la pulsera-.
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