martes, 14 de febrero de 2012

Agujereando el Polo Sur (para ver el Universo) [y II]

(Continuación) Este es el lado bueno del proyecto. El malo proviene de la propia naturaleza de las partículas a detectar, los esquivos neutrinos.

Dado su pequeño tamaño y mínima masa -se estima que tienen menos de la milmillonésima parte (0,000 000 001) de la masa de un átomo de hidrógeno, que es el átomo más pequeño- el neutrino apenas  interactúan con la materia que conocemos.

O lo hacen de modo imperceptible para nosotros.

Por ilustrarles este fenómeno, mientras usted lee estas líneas, le están atravesando billones de neutrinos sin que experimente la menor transformación. Actúan como si de invisibles fantasmas se trataran.

De ahí la importancia de este observatorio en el Polo Sur que, rodeado de agua de gran transparencia, aumenta las posibilidades de captar estas colisiones.

Unas colisiones que generan una muy pequeña emisión de luz conocida como luz de Cherenkov, cuyo conocimiento resulta fundamental en este asunto. 

A qué dudarlo que habrá que volver sobre este tema. Aunque algo se ha enrocado ya.

Hemos hablado de  neutrinos, materia oscura, supernovas, agujeros negros, etcétera, sin duda aún queda mucha tela que cortar de este paño cósmico en el que vivimos.

Pero eso será en otra ocasión. Hoy seguiremos hablando de los polos de la Tierra. Porque seguro que saben que tenemos dos polos: Polo Norte y Polo Sur.

Bueno en realidad tenemos cuatro: dos geográficos y dos magnéticos. Mejor será que empecemos por el principio ¿Qué son los polos de la Tierra


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