Ingeniería mecánica
I Te
Faye Yap, Zhen Liu, Anoop Rajappan, Trevor Shimokusu y Daniel Preston (investigadores
de India, China, Malasia y Estados Unidos) han ganado en esta categoría por
reproducir la que sería toda una pesadilla aracnofóbica de película.
Han resucitado arañas muertas para utilizarlas como
herramientas, pero ojo, no me malentienda, no es que la hayan devuelto a la
vida, no, han aprovechado cadáveres congelados de arañas lobo (de la familia Lycosidae),
para con ellos ser capaces de agarrar, a modo de pinzas, objetos de hasta un ciento
treinta por ciento (130 %) mayor a su propio peso.
En su artículo, algo así como ‘Necrobótica:
materiales bióticos como actuadores listos para usar’, nos explican que el movimiento
de las patas de las arañas, mientras están vivas, se fundamenta en la presión
de la hemolinfa (líquido circulatorio de los artrópodos, moluscos,
etcétera equivalente a la sangre de los vertebrados), generada en el prosoma
(región del cuerpo conectada a las patas).
De ahí que para inducir dicho movimiento, una vez muertas, apliquen presión utilizando un mecanismo hidráulico artificial. Referencia: Necrobotics: Biotic Materials as Ready-to-Use Actuators.
Medicina
Lo ha ganado un equipo de científicos de Estados
Unidos, Canadá, Macedonia, Irán y Vietnam, por utilizar cadáveres, vaya por
Dios otro que tal, solo que en este caso de personas, no congeladas, y se utilizan
para la encomiable función de determinar si tenemos el mismo número de pelos en
cada una de nuestras dos fosas nasales. Como lo lee.
Porque en opinión de estos investigadores es algo que
nadie hasta ahora había hecho, ¿se lo puede creer?, y así no podíamos seguir, sin
tener ni un solo estudio de las características anatómicas de las vibrisas
humanas, que es como se denominan a nuestros vellos nasales. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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