(Continuación) Insisto. No existe ningún estudio cuyos resultados establezcan una correlación entre la radiofrecuencia y el cáncer.
De nuevo se vuelve a confirmar que no tiene influencia alguna en nuestra salud. No hay porqué apagar el wifi en casa, incluso ni para dormir. Ni siquiera si hay niños pequeños. No les digo más.
Se podrá decir más alto, seguro, pero no más claro quizás. Los valores de las mediciones realizadas son contundentes y hablan por sí solos.
Nada más que decir por tanto y por ahora aunque, lo cierto es que, lo dicho ha llegado un poco tarde para algunos. Estas cosas pasan.
Les dije más arriba que la presente investigación de la UCLM se había realizado en Albacete, y ahora les completo la información. Se inició poco después de que un “movimiento antiantenas” de esta ciudad lograra retirar una, acusándola de ser la responsable de algunos casos de cáncer.
Una acusación lo suficientemente grave como para ser tenida en consideración. Como así se tuvo.
Pues bien. A pesar de demostrarse, a tenor de las pruebas científicas, que no era cierta, que era falsa de toda falsedad, no por ello se rectificó y siguen retiradas. Estas cosas pasan también.
Comparativas curiosas
Falsa les decía y algo chusca, como con cierto humor comenta el físico Enrique Arribas Garde, director del grupo de investigación de ondas de RF de la UCLM. En su opinión profesional: “la radiación por radiofrecuencia puede compararse a un caracol en una autovía: nunca hará saltar ningún radar porque su velocidad es la diezmilésima parte de la máxima permitida”.
Y basta echar unos números, para darse cuenta de lo acertado de la comparación. Si suponemos que, por poner un número redondo, la velocidad máxima fuera de cien kilómetros a la hora (100 km/h), la del caracol, diez mil veces menor sería:
100 km/h x 0,000 1 = 0,01 km/h = 10 m/h = 10 000 /3600 mm/s ≈ 3 mm/s
Recuerde que un milímetro (mm) es la distancia entre dos rayitas consecutivas, de esas pequeñas que hay en las reglas de medir, y que manejamos en los centros de enseñanza y en nuestras casas.
Y recorrer tres (3) de ellas, necesitando todo un segundo para hacerlo, no es precisamente una rapidez que haga saltar a los radares, que velan por nuestra seguridad viaria. No.
También se deja caer con otra ironía el investigador, al recordarnos que: “El mando a distancia de la tele es diez mil (10 000) veces más potente que las ondas de radiofrecuencia y a nadie parece preocuparle”.
Por cierto, ¿quién manda en el mando en su casa? ¿le preocupa esa situación familiar?
Es decir y vuelvo al wifi, que puesto a preocuparnos por algo, también deberíamos hacerlo por todas las bombillas de nuestras casas, por las farolas de las calles, por todo aquello que emita radiaciones.
En fin, lo ya sabido de la estupidez y su infinita dimensión (Einstein, dixit).
¿Entonces por qué?
Si las pruebas demuestran todo lo contrario, ¿por qué continua esta especie de leyenda urbana, este nuevo mito científico?
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