jueves, 7 de marzo de 2013

A. EINSTEIN: UNA BIOGRAFÍA. Juventud (V)


Pensando en su física 
Mientras, en el terreno científico, Einstein, no dejaba de publicar trabajos en Annalen der Physik. En 1902, su tercer y cuarto trabajo y, en 1904, el quinto. Se trataban de unos artículos sobre mecánica estadística, poco innovadores y fuera de los círculos académicos de la época.

Y no los escribió en circunstancias fáciles.

Ni personales, aunque éstas habían mejorado mucho. Ni académicas, las bibliotecas a las que tenía acceso eran muy deficientes. Ni profesionales, ya que trabajaba muchas horas como experto técnico de 3ª clase en la oficina de patente, por un modesto sueldo

Sin embargo, esos trabajos, eran ya el preludio de su “annus mirabilis”, 1905, en el que ¡por fin! obtuvo el doctorado.

Es probable que nadie (salvo Isaac Newton), ni antes ni después que él, haya ampliado tanto los horizontes de la física, y en tan poco tiempo, como lo hizo Einstein en 1905.

Trabajando con inventos de otros
Es seguro que por sus manos de técnico en patentes, debieron de pasar decenas de proyectos de móviles perpetuos y otros absurdos semejantes, cuyo imposible funcionamiento Einstein tenía que detectar.

Una difícil tarea si consideramos que no disponía de la biblioteca adecuada. No es de extrañar por tanto, que Einstein terminara redescubriendo algunas de las ideas de L. Boltzmann, (1844-1906) fundador de la física estadística.

Es interesante resaltar lo poco que se sabe, tanto, de los contenidos de las patentes que pasaron por las manos de Einstein, como, de la influencia que pudieron tener sobre sus futuras y revolucionarias ideas científicas acerca del mundo atómico, el espacio y el tiempo.

Una línea de investigación no abierta y, quizás, prometedora académicamente hablando.

El papel de Mileva 
Mucho se ha escrito sobre el papel que Mileva desempeñó, en los inicios y desarrollo de la Teoría Especial de la Relatividad (TER).

Sobre los primeros estadios del matrimonio, no cabe duda de su papel. Mileva relega sus estudios y asume su rol de ama de casa, esposa y madre. En una carta a su amigo Besso, Einstein dice: “Ahora soy un respetable hombre casado, y llevo una vida estupenda y confortable con mi mujer”.

Aunque el trabajo de la oficina no se puede decir que le fascinara -consistía en leer solicitudes de patentes y dar su opinión sobre su originalidad- lo realizaba eficazmente y, además, le dejaba tiempo para pensar en sus propias ideas sobre física.

Unas ideas que se llevaba a casa, donde Mileva creaba un ambiente favorable para que siguiera pensando en ellas: tranquilidad, buenas comidas. En fin, esos detalles que tanto gustan a tantos.

Pero Mileva había estudiado también física, y Einstein había discutido con ella muchas de sus ideas antes de casarse, por lo que no sería extraño que también lo hiciera ahora.

Y que ella le diera su opinión, le aportara ideas y que, incluso, fuera co-desarrolladora de la teoría de la relatividad, es algo que entra dentro de lo posible. Sin embargo, no hay constancia escrita de esta posible colaboración.

Además, Mileva, durante ese tiempo estuvo embarazada, tuvo al bebé, cuidó de la casa, etcétera.

No. No parece que jugara un papel en el desarrollo de la relatividad.

No obstante, en una carta que Einstein escribe a Mileva en marzo de 1901 dice textualmente: “... ¡Qué feliz y orgulloso estaré cuando hayamos terminado juntos, y triunfalmente, nuestro trabajo sobre el movimiento relativo!”.

No sé lo que les parecerá. Pero tiene pinta de ser todo un reconocimiento de autoría. Pero…

Siempre hay un pero en el cesto de frutas que es la vida, la frase de la carta se encuentra en medio de una encendida declaración de amor.

Un detalle a no descuidar y que nos puede llevar a pensar que, el hecho de nombrarla como colaboradora, obedeciera más a un exceso de entusiasmo, que a un objetivo y justo reconocimiento.

En fin. A saber el motivo.

En cualquier caso, la teoría no se desarrolló en su totalidad hasta cuatro años después de la carta. Mucho tiempo quizás. Aunque sea relativo.

No obstante su hijo Hans afirmó, años más tarde, que fue su madre, Mileva, la que repasó cuidadosamente el artículo, mientras su padre estaba enfermo en cama. La que comprobó las ecuaciones y quien lo mandó a Annalen der Physik.

Esto es lo que dice la historia. La verdad vaya usted a saber.

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