Nació en Viena (1878) en el seno de una familia judía que se convirtió al cristianismo.
A pesar de las dificultades que las mujeres tenían para estudiar en aquella época, en 1907, Lise ya se había doctorado en Física por la Universidad de Viena.
Es en la de Berlín, donde se traslada para seguir un curso de Mecánica Cuántica impartido por Max Planck, cuando conoce al químico alemán Otto Hahn.
Fue el comienzo de una larga y compleja relación profesional y de amistad, que le trajo más de un sinsabor. Sobre todo por su enorme timidez y, mayor aún, modestia.
Fueron más de treinta años en los que sucedieron hechos muy importantes para la humanidad.
A pesar de que la investigación la realizó Lise, el artículo en el que se publicó lo firmaron los dos. Además, el nombre de Hahn iba primero. Vanitas.
Mas Lise lo deseó así. Modestia.
Pero todos sabían que ella era la más capacitada, la “jefa”.
Eso sí, una jefa en la sombra, de puertas para dentro. Hacia fuera, todo el mérito era de Hahn. No podía ser de otra manera, en aquellos años sigloveinteros.
Vistos con perspectiva, para Lise, fueron tiempos de luces y penumbras. Una buena época en lo personal y profesional, que se interrumpió con la llegada a la política de Adolf Hitler.
La jauría humana de la guerra comenzaba a ladrar de nuevo en Europa. Y el origen judío de Lise la puso en peligro, al ser denunciada como tal.
No parece estar claro el papel que jugó su “amigo y compañero” Hahn, en tal denuncia. Lise nunca le pidió explicaciones. Empezaban los tiempos de penumbras y sombras.
Empezó a trabajar en la Universidad de Estocolmo, donde ya estaba también exiliado un sobrino suyo, el físico Otto Frish.
Un encuentro que reconfortó a la mujer y que resultó muy fructífero para la científica, como veremos.
A pesar de la distancia, la relación investigadora con Hahn no se rompió. Ella, mejor teórica y analista, marcaba el camino a seguir desde Estocolmo y él, junto al químico Fritz Strassmann, lo llevan a cabo en el laboratorio de Berlín.
El equipo iba tras un método factible que le permitiera romper los núcleos de uranio (U). El propósito: liberar la increíble cantidad de energía que la famosa ecuación de Albert Einstein predecía
Pero no se encontraba el proyectil adecuado con el que bombardearlos. Muchos dudaban, incluso, que se pudiera conseguir.
A pesar de las dificultades que las mujeres tenían para estudiar en aquella época, en 1907, Lise ya se había doctorado en Física por la Universidad de Viena.
Es en la de Berlín, donde se traslada para seguir un curso de Mecánica Cuántica impartido por Max Planck, cuando conoce al químico alemán Otto Hahn.
Fue el comienzo de una larga y compleja relación profesional y de amistad, que le trajo más de un sinsabor. Sobre todo por su enorme timidez y, mayor aún, modestia.
Fueron más de treinta años en los que sucedieron hechos muy importantes para la humanidad.
Valía ninguneada
Fruto de la colaboración investigadora, en 1917, el equipo dirigido por Hahn descubrió una nueva sustancia radiactiva, el Protactinio (Pa).A pesar de que la investigación la realizó Lise, el artículo en el que se publicó lo firmaron los dos. Además, el nombre de Hahn iba primero. Vanitas.
Mas Lise lo deseó así. Modestia.
Pero todos sabían que ella era la más capacitada, la “jefa”.
Eso sí, una jefa en la sombra, de puertas para dentro. Hacia fuera, todo el mérito era de Hahn. No podía ser de otra manera, en aquellos años sigloveinteros.
Vistos con perspectiva, para Lise, fueron tiempos de luces y penumbras. Una buena época en lo personal y profesional, que se interrumpió con la llegada a la política de Adolf Hitler.
La jauría humana de la guerra comenzaba a ladrar de nuevo en Europa. Y el origen judío de Lise la puso en peligro, al ser denunciada como tal.
No parece estar claro el papel que jugó su “amigo y compañero” Hahn, en tal denuncia. Lise nunca le pidió explicaciones. Empezaban los tiempos de penumbras y sombras.
Exilio forzado...
En 1938 la Meitner, con una importante reputación mundial ya como física nuclear, encontró asilo político en Suecia.Empezó a trabajar en la Universidad de Estocolmo, donde ya estaba también exiliado un sobrino suyo, el físico Otto Frish.
Un encuentro que reconfortó a la mujer y que resultó muy fructífero para la científica, como veremos.
A pesar de la distancia, la relación investigadora con Hahn no se rompió. Ella, mejor teórica y analista, marcaba el camino a seguir desde Estocolmo y él, junto al químico Fritz Strassmann, lo llevan a cabo en el laboratorio de Berlín.
El equipo iba tras un método factible que le permitiera romper los núcleos de uranio (U). El propósito: liberar la increíble cantidad de energía que la famosa ecuación de Albert Einstein predecía
E = m·c2
Pero no se encontraba el proyectil adecuado con el que bombardearlos. Muchos dudaban, incluso, que se pudiera conseguir.
...y Nobel “birlado”
Fue Lise junto a su sobrino quien demostró teóricamente, no sólo que se podía hacer, sino cómo y con qué consecuencias. (Continuará)
1 comentario :
Me parece muy interesante esta categoría de 'Aquí unas científicas'. Debería realizar más entradas.
Enhorabuena por el blog
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