(Continuación) Claro que lo de la sonrisa fue antaño. O lo que es lo mismo. Hace muchos, muchos, años.
Pero hogaño, por lo que toca al cálculo, hoy no sonreiría.
Una suma que se determina mediante una ecuación y que, les ahorro los cálculos por tediosos, tiene de valor:
(dieciocho trillones, cuatrocientos cuarenta y seis mil setecientos cuarenta y cuatro billones, setenta y tres mil setecientos nueve millones, quinientos cincuenta y un mil seiscientos quince) granos de trigo. Que se dice pronto.
Así que es fácil el cálculo aunque, no se engañe, el número es inimaginable para el ser humano.
Bueno a lo mejor, comparándolo con algo conocido, se nos podría hacer comprensible. Vamos a intentarlo.
A ojo de buen cubero, en una caja de un metro cúbico (1 m de alto x 1 m de largo x 1 m de ancho) pueden caber un millón y medio (1 500 000) de granos.
De modo que la recompensa ajedrecista ocuparía del orden de unos doce billones (12 000 000 000 000) de metros cúbicos.
Es decir doce millones de millones de metros cúbicos. Doce millones de montones, de los que cada uno de ellos se compone de un millón de metros cúbicos.
Por hacernos una idea. Sería como un granero que midiera cuatro (4) metros de alto por diez (10) metros de ancho por ¡trescientos millones (300 000 000) de kilómetros de largo!
Vamos. Dos veces la distancia que hay entre el Sol y la Tierra.
Un volumen como comprenderán inconcebible.
Con razón se sonreía Zeta, el muy felón, al darse cuenta de la ignorancia matemática del monarca.
Una media en realidad muy optimista.
Porque, si bien un segundo es un intervalo de tiempo holgado para contar el primer grano, no lo es tanto para el ocho millones quinientos veintiséis mil cuatrocientos veintisiete.
Que tardaríamos más de un segundo en nombrarlo.
Pues bien. Aún en esas circunstancias más que favorables, y sin parar, un hombre contaría en un día tan solo 86 400 granos. El número de segundos que tienen veinticuatro horas.
Es decir, para el primer millón y medio de granos (un metro cúbico) necesitaría dieciocho días. Lo que hace veinte metros cúbicos en un año.
Les recuerdo que había que contar 12 billones, lo que supone que un hombre tardaría seiscientos mil millones (600 000 000 000) de años para contar tal cantidad de granos.
Una tarea imposible para el hombre como individuo. Y muy poco probable de realizar para el hombre como especie. Vean si no.
Si toda la humanidad actual (unos seis mil millones) se pusiera a contarla, tardaría no menos de 100 años.
Bueno, se lo advertí, cifras astronómicas.
Algunas de ellas relacionadas con su naturaleza íntima. Y sin duda el ajedrez es un juego bélico.
El tablero, con sus 64 escaques, es el campo de batalla y las piezas, maquinaria de guerra, soldados y oficiales con su rey en retaguardia.
Con ellas se avanza, se rodea por el flanco, se repliega en defensa o se captura. O son capturadas.
Sí. No hay duda. Se trata un juego nacido del fragor de los combates. (Continuará)
Pero hogaño, por lo que toca al cálculo, hoy no sonreiría.
Calculando cuántos serían
Y es que cualquier estudiante, he dicho estudiante no alumno, de secundaria sabe que dicha cantidad de granos se corresponde con la suma de los sesenta y cuatro términos de una progresión geométrica, de primer término uno y razón dos.Una suma que se determina mediante una ecuación y que, les ahorro los cálculos por tediosos, tiene de valor:
18 446 744 073 709 551 615
(dieciocho trillones, cuatrocientos cuarenta y seis mil setecientos cuarenta y cuatro billones, setenta y tres mil setecientos nueve millones, quinientos cincuenta y un mil seiscientos quince) granos de trigo. Que se dice pronto.
Así que es fácil el cálculo aunque, no se engañe, el número es inimaginable para el ser humano.
Bueno a lo mejor, comparándolo con algo conocido, se nos podría hacer comprensible. Vamos a intentarlo.
A ojo de buen cubero, en una caja de un metro cúbico (1 m de alto x 1 m de largo x 1 m de ancho) pueden caber un millón y medio (1 500 000) de granos.
De modo que la recompensa ajedrecista ocuparía del orden de unos doce billones (12 000 000 000 000) de metros cúbicos.
Es decir doce millones de millones de metros cúbicos. Doce millones de montones, de los que cada uno de ellos se compone de un millón de metros cúbicos.
Por hacernos una idea. Sería como un granero que midiera cuatro (4) metros de alto por diez (10) metros de ancho por ¡trescientos millones (300 000 000) de kilómetros de largo!
Vamos. Dos veces la distancia que hay entre el Sol y la Tierra.
Un volumen como comprenderán inconcebible.
Con razón se sonreía Zeta, el muy felón, al darse cuenta de la ignorancia matemática del monarca.
Calculando cuánto tardarían
Lo de contar los granos de trigo, tampoco es difícil de calcular. Vamos a suponer que tardáramos un segundo por grano de media.Una media en realidad muy optimista.
Porque, si bien un segundo es un intervalo de tiempo holgado para contar el primer grano, no lo es tanto para el ocho millones quinientos veintiséis mil cuatrocientos veintisiete.
Que tardaríamos más de un segundo en nombrarlo.
Pues bien. Aún en esas circunstancias más que favorables, y sin parar, un hombre contaría en un día tan solo 86 400 granos. El número de segundos que tienen veinticuatro horas.
Es decir, para el primer millón y medio de granos (un metro cúbico) necesitaría dieciocho días. Lo que hace veinte metros cúbicos en un año.
Les recuerdo que había que contar 12 billones, lo que supone que un hombre tardaría seiscientos mil millones (600 000 000 000) de años para contar tal cantidad de granos.
Una tarea imposible para el hombre como individuo. Y muy poco probable de realizar para el hombre como especie. Vean si no.
Si toda la humanidad actual (unos seis mil millones) se pusiera a contarla, tardaría no menos de 100 años.
Bueno, se lo advertí, cifras astronómicas.
Sevilla y el ajedrez
Como les decía, las leyendas y tradiciones acerca del ajedrez son tan ricas y variadas como el propio juego.Algunas de ellas relacionadas con su naturaleza íntima. Y sin duda el ajedrez es un juego bélico.
El tablero, con sus 64 escaques, es el campo de batalla y las piezas, maquinaria de guerra, soldados y oficiales con su rey en retaguardia.
Con ellas se avanza, se rodea por el flanco, se repliega en defensa o se captura. O son capturadas.
Sí. No hay duda. Se trata un juego nacido del fragor de los combates. (Continuará)
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