A comienzos de la semana pasada nos desayunábamos con la noticia.
La Agencia Espacial Europea (ESA) nos mostraba la primera imagen completa del Cosmos.
El mapa más acabado del universo conocido hasta la fecha.
Enviada por el telescopio espacial Planck, la fotografía de la bóveda celeste, en realidad es una composición de las instantáneas tomadas a lo largo de once (11) meses de observación y seis (6) de procesamiento.
Un periodo de tiempo en el que no observaba a un objeto concreto, sino que rotaba alrededor del Sol, para escanear el espacio y trazar un mapa completo del cielo.
Esto ha podido ser así ya que, además de barrer el cielo que rodea la Tierra, barrió el que rodea al Sol, escaneando de esta forma la totalidad del espacio.
Lo que esta joya tecnológica en forma de telescopio ha hecho es cartografiar la radiación de fondo del universo, lo que se conoce como el eco del Big Bang.
Y de su estudio podremos inferir más información sobre el origen del espacio. Cómo se formó y cómo evolucionó desde entonces.
También tendremos más evidencias sobre los procesos de formación de estrellas y galaxias.
En definitiva sabremos más de la estructura del Universo.
En la fotografía se pueden ver desde los fragmentos más cercanos de nuestra Vía Láctea, hasta los elementos más lejanos del espacio.
En el centro de la foto se extiende el cielo actual y cercano. Es la Vía Láctea que conforma una brillante banda blanca, con regiones azules a ambos lados. Son las llamativas lenguas de polvo cósmico frío.
Regiones a modo de redes serpenteantes, donde se están formando las nuevas estrellas.
Como explica el comunicado de la agencia, la imagen viene a ser como un Santo Grial. No en vano “constituye un extraordinario tesoro, repleto de datos inéditos para los astrónomos”.
Y es que, aunque menos espectacular para los legos, lo que realmente intriga a los astrónomos es el fondo moteado de la imagen. Lo que llaman las ‘candelas más antiguas’ del Universo.
Se trata de la radiación cósmica de fondo de microondas (CMBR). Los restos del globo de fuego que pudo ser el comienzo de la existencia.
Claro que eso fue hace mucho, mucho, tiempo. Más de 13 mil millones de años.
La Agencia Espacial Europea (ESA) nos mostraba la primera imagen completa del Cosmos.
El mapa más acabado del universo conocido hasta la fecha.
Enviada por el telescopio espacial Planck, la fotografía de la bóveda celeste, en realidad es una composición de las instantáneas tomadas a lo largo de once (11) meses de observación y seis (6) de procesamiento.
Un periodo de tiempo en el que no observaba a un objeto concreto, sino que rotaba alrededor del Sol, para escanear el espacio y trazar un mapa completo del cielo.
Esto ha podido ser así ya que, además de barrer el cielo que rodea la Tierra, barrió el que rodea al Sol, escaneando de esta forma la totalidad del espacio.
Lo que esta joya tecnológica en forma de telescopio ha hecho es cartografiar la radiación de fondo del universo, lo que se conoce como el eco del Big Bang.
Y de su estudio podremos inferir más información sobre el origen del espacio. Cómo se formó y cómo evolucionó desde entonces.
También tendremos más evidencias sobre los procesos de formación de estrellas y galaxias.
En definitiva sabremos más de la estructura del Universo.
En la fotografía se pueden ver desde los fragmentos más cercanos de nuestra Vía Láctea, hasta los elementos más lejanos del espacio.
En el centro de la foto se extiende el cielo actual y cercano. Es la Vía Láctea que conforma una brillante banda blanca, con regiones azules a ambos lados. Son las llamativas lenguas de polvo cósmico frío.
Regiones a modo de redes serpenteantes, donde se están formando las nuevas estrellas.
Como explica el comunicado de la agencia, la imagen viene a ser como un Santo Grial. No en vano “constituye un extraordinario tesoro, repleto de datos inéditos para los astrónomos”.
Y es que, aunque menos espectacular para los legos, lo que realmente intriga a los astrónomos es el fondo moteado de la imagen. Lo que llaman las ‘candelas más antiguas’ del Universo.
Se trata de la radiación cósmica de fondo de microondas (CMBR). Los restos del globo de fuego que pudo ser el comienzo de la existencia.
Claro que eso fue hace mucho, mucho, tiempo. Más de 13 mil millones de años.
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