(Continuación) Dirigidos por Juan Luis Pérez Bernal, del departamento de Química Analítica de la Hispalense, un grupo de expertos ha desarrollado un método analítico genuino para las cenizas.
Conocido como 'Trace-metal distribution of cigarette ashes as marker of tobacco brands' (Distribución metálica de rastro de cenizas de cigarrillo como trazados de marca de tabaco), en él se han analizado, por técnicas de espectroscopia, ciento cuarenta y nueve (149) muestras de ceniza de las diecisiete (17) marcas de tabaco más consumidas en España.
Comprenderán que no les dé los nombres. Ya saben cómo funciona esto de la publicidad.
Pues como les decía, fruto de dichos análisis, han logrado asociar cenizas con marcas de cigarrillos, y hacerlo con un mínimo margen de error.
Para ello sometieron a ensayos “aleatorios”, cigarrillos de diferentes paquetes y de una misma marca. Así consiguieron elaborar un perfil, a través del estudio de los metales que detectaron en ellos.
Los metales estudiados fueron zinc (Zn), manganeso (Mn), hierro (Fe), cobre (Cu), titanio (Ti), aluminio (Al), estroncio (Sr), calcio (Ca), bario (Ba), sodio (Na), boro (B), litio (Li) y potasio (K).
Comprobaron además algo que ya intuían. Las cenizas del cigarrillo rubio presentan perfiles metálicos diferentes a las del tabaco negro.
Lo que puede ser de mucha ayuda a la Policía Científica, para lo que se conoce como una “discriminación en bloque”.
Un primer paso en la investigación, que vendría seguido de la comparativa de los distintos parámetros asociados a cada marca, hasta conseguir una identificación plena.
Serían entonces unas cenizas delatoras, como las del detective Holmes. Pero con una gran diferencia. Éstas lo serían con un margen de error mínimo. Parece imposible pero no lo es.
De hecho, para asuntos como éste, el gran A. C. Clarke también lo tenía claro cuando, en su Segunda Ley adelantaba:
“La única manera de encontrar los límites de lo posible es, yendo más allá de esos límites y adentrarse en lo imposible”.
Totalmente de acuerdo.
Según sus propias palabras, en absoluto este trabajo trata el aspecto toxicológico del tabaco o el posible riesgo para la salud.
Unas cuestiones que, por otro lado, ya han sido y son objeto de numerosos estudios desde diferentes campos. Dicho queda.
Mientras escribía estas líneas he recordado que no es la primera vez que lo traigo a esta tribuna. Ni que asocio Sevilla con un cigarrillo de tabaco.
Recordarán “Del asunto del fumaque”, “El tabaco en cifras”, “Ese oscuro objeto de deseo”, "La botella fumadora" entre otros.
Y cómo no, el ambientado en la Sevilla del siglo XVI “¿Quién inventó el cigarrillo?”
Pero este es otro tema. Hoy yo me quedo con éste del siglo XXI.
En ambos, Sevilla tuvo que ser.
Conocido como 'Trace-metal distribution of cigarette ashes as marker of tobacco brands' (Distribución metálica de rastro de cenizas de cigarrillo como trazados de marca de tabaco), en él se han analizado, por técnicas de espectroscopia, ciento cuarenta y nueve (149) muestras de ceniza de las diecisiete (17) marcas de tabaco más consumidas en España.
Comprenderán que no les dé los nombres. Ya saben cómo funciona esto de la publicidad.
Pues como les decía, fruto de dichos análisis, han logrado asociar cenizas con marcas de cigarrillos, y hacerlo con un mínimo margen de error.
Para ello sometieron a ensayos “aleatorios”, cigarrillos de diferentes paquetes y de una misma marca. Así consiguieron elaborar un perfil, a través del estudio de los metales que detectaron en ellos.
Los metales estudiados fueron zinc (Zn), manganeso (Mn), hierro (Fe), cobre (Cu), titanio (Ti), aluminio (Al), estroncio (Sr), calcio (Ca), bario (Ba), sodio (Na), boro (B), litio (Li) y potasio (K).
Comprobaron además algo que ya intuían. Las cenizas del cigarrillo rubio presentan perfiles metálicos diferentes a las del tabaco negro.
Lo que puede ser de mucha ayuda a la Policía Científica, para lo que se conoce como una “discriminación en bloque”.
Un primer paso en la investigación, que vendría seguido de la comparativa de los distintos parámetros asociados a cada marca, hasta conseguir una identificación plena.
Serían entonces unas cenizas delatoras, como las del detective Holmes. Pero con una gran diferencia. Éstas lo serían con un margen de error mínimo. Parece imposible pero no lo es.
De hecho, para asuntos como éste, el gran A. C. Clarke también lo tenía claro cuando, en su Segunda Ley adelantaba:
“La única manera de encontrar los límites de lo posible es, yendo más allá de esos límites y adentrarse en lo imposible”.
Totalmente de acuerdo.
De nuevo Sevilla
Un detalle más. El grupo de la Hispalense, que ha contado con la colaboración de investigadores de la Universidad de Copenhague, insiste en la naturaleza exclusivamente forense de su investigación.Según sus propias palabras, en absoluto este trabajo trata el aspecto toxicológico del tabaco o el posible riesgo para la salud.
Unas cuestiones que, por otro lado, ya han sido y son objeto de numerosos estudios desde diferentes campos. Dicho queda.
Mientras escribía estas líneas he recordado que no es la primera vez que lo traigo a esta tribuna. Ni que asocio Sevilla con un cigarrillo de tabaco.
Recordarán “Del asunto del fumaque”, “El tabaco en cifras”, “Ese oscuro objeto de deseo”, "La botella fumadora" entre otros.
Y cómo no, el ambientado en la Sevilla del siglo XVI “¿Quién inventó el cigarrillo?”
Pero este es otro tema. Hoy yo me quedo con éste del siglo XXI.
En ambos, Sevilla tuvo que ser.
1 comentario :
No sabía que en sevilla hicieran esos estudios
Publicar un comentario