Y continuan, con divertido estilo:
17.- Al que despierta al alba, el ser omnipotente presta ayuda. (A quien madruga, Dios le ayuda).
18.- A vocablos emitidos por laringes inconscientes, trompas de Eustaquio en estado letárgico. (A palabras necias, oídos sordos).
19.- No le pidas frutos con caderas, al que se llama como las cuatro últimas letras de Estocolmo. (No le pidas peras al olmo).
20.- No existe adversidad que por sinecura no se trueque. (No hay mal, que por bien no venga).
17.- Al que despierta al alba, el ser omnipotente presta ayuda. (A quien madruga, Dios le ayuda).
18.- A vocablos emitidos por laringes inconscientes, trompas de Eustaquio en estado letárgico. (A palabras necias, oídos sordos).
19.- No le pidas frutos con caderas, al que se llama como las cuatro últimas letras de Estocolmo. (No le pidas peras al olmo).
20.- No existe adversidad que por sinecura no se trueque. (No hay mal, que por bien no venga).
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