(Continuación) Les decía que cualquier otra respuesta que no sea la científica, es un cuento para niños, una credulidad para ingenuos u otra magufería más para incautos.
Recuerden que una credulidad no es una idea que un hombre posee, es una idea que posee a un hombre. Conforme. Pero, ¿por qué en una caracola se oye mejor que en un vaso?
El sonido que percibimos en un recipiente semicerrado, como un vaso o una caracola, depende del número de ondas, que son las vibraciones del aire, que resuenen en su interior. Un valor que a su vez depende de:
(a) el tipo de sonido, es decir la frecuencia de la onda, que entra en él;
(b) las características del recipiente: tamaño, constitución química, especial morfología, etc;
(c) el movimiento relativo entre oído y recipiente. Pueden comprobar ustedes mismos en casa que al acercar y alejar un vaso, por ejemplo, el sonido que oyen es distinto. Esto es así porque las frecuencias sonoras varían, pues también lo hacen los ángulos de incidencia de las ondas.
Cada recipiente elige, por decirlo de alguna forma, según su tamaño, forma y composición química, algunos sonidos del entorno, y los amplifica en su interior produciendo un sonido similar al que produce el oleaje del mar.
Si este efecto ya lo produce un simple vaso (con un poco de imaginación, eso sí) mucho más rico en matices resulta el producido por una caracola, con sus múltiples recovecos y su especial morfología. Por eso cada caracola nos permite oír un “oleaje distinto”.
De nuevo insistimos. Los sonidos que oímos no vienen del interior de la caracola, sino del ambiente exterior. Y por último, ¿cómo es que lo oímos?
Todo lo anteriormente comentado -que haya ruido en el ambiente, que tengamos una caracola a mano y que la acerquemos al oído- son requisitos necesarios para que oigamos el oleaje en una caracola. Pero no son suficientes.
Es imprescindible que, además, tengamos oído. Y en concreto, en los seres humanos, oído interno y sus estructuras llamadas conductos semicirculares con su carga líquida.
Un líquido aceitoso que, aparte de ofrecer información al cerebro acerca de la posición en que nos encontramos, se mueve con el sonido amplificado por la caracola. Es el mecanismo que nos permite oírlo.
No olvidemos que los sonidos son vibraciones que hacen que otras cosas se muevan. De hecho, una cuerda de guitarra puede empezar a vibrar con otra cuerda que ya esté vibrando. Esto es la base de los aparatos (mecánicos y electrónicos) que empleamos para afinar los instrumentos musicales.
Recuerden que una credulidad no es una idea que un hombre posee, es una idea que posee a un hombre. Conforme. Pero, ¿por qué en una caracola se oye mejor que en un vaso?
El sonido que percibimos en un recipiente semicerrado, como un vaso o una caracola, depende del número de ondas, que son las vibraciones del aire, que resuenen en su interior. Un valor que a su vez depende de:
(a) el tipo de sonido, es decir la frecuencia de la onda, que entra en él;
(b) las características del recipiente: tamaño, constitución química, especial morfología, etc;
(c) el movimiento relativo entre oído y recipiente. Pueden comprobar ustedes mismos en casa que al acercar y alejar un vaso, por ejemplo, el sonido que oyen es distinto. Esto es así porque las frecuencias sonoras varían, pues también lo hacen los ángulos de incidencia de las ondas.
Cada recipiente elige, por decirlo de alguna forma, según su tamaño, forma y composición química, algunos sonidos del entorno, y los amplifica en su interior produciendo un sonido similar al que produce el oleaje del mar.
Si este efecto ya lo produce un simple vaso (con un poco de imaginación, eso sí) mucho más rico en matices resulta el producido por una caracola, con sus múltiples recovecos y su especial morfología. Por eso cada caracola nos permite oír un “oleaje distinto”.
De nuevo insistimos. Los sonidos que oímos no vienen del interior de la caracola, sino del ambiente exterior. Y por último, ¿cómo es que lo oímos?
¿Cómo es que lo oímos?
Todo lo anteriormente comentado -que haya ruido en el ambiente, que tengamos una caracola a mano y que la acerquemos al oído- son requisitos necesarios para que oigamos el oleaje en una caracola. Pero no son suficientes.
Es imprescindible que, además, tengamos oído. Y en concreto, en los seres humanos, oído interno y sus estructuras llamadas conductos semicirculares con su carga líquida.
Un líquido aceitoso que, aparte de ofrecer información al cerebro acerca de la posición en que nos encontramos, se mueve con el sonido amplificado por la caracola. Es el mecanismo que nos permite oírlo.
No olvidemos que los sonidos son vibraciones que hacen que otras cosas se muevan. De hecho, una cuerda de guitarra puede empezar a vibrar con otra cuerda que ya esté vibrando. Esto es la base de los aparatos (mecánicos y electrónicos) que empleamos para afinar los instrumentos musicales.
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