En la última etapa de su vida Santiago Ramón y Cajal, nuestro Premio Nobel en Fisiología y Medicina de 1906, se interesó por los misterios del Más Allá.
Sí. Estaba fascinado por el mundo de los sueños y la sicología profunda.
Todas las mañanas anotaba los sueños que había tenido la noche anterior, para ver si sacaba algo en claro.
Por lo que sabemos, sólo averiguó que los sueños pues eso, sueños son. Cosa que ya había dicho el clásico. O sea.
Incluso llegó a pagar a una médium, con el fin de realizar algunos experimentos de espiritismo.
La mujer, que afirmaba estar inspirada por el arcángel San Gabriel, decía contestar las preguntas a través del espíritu de una hermana suya monja, muerta hacía tiempo, que se le aparecía. Eso decía.
Pero Cajal la pilló en el engaño. La fantasmal figura no era otra que la misma médium, que se disfrazaba y deformaba el rostro con trozos de goma introducidos en las fosas nasales y la boca. Qué cosa.
Sí. Estaba fascinado por el mundo de los sueños y la sicología profunda.
Todas las mañanas anotaba los sueños que había tenido la noche anterior, para ver si sacaba algo en claro.
Por lo que sabemos, sólo averiguó que los sueños pues eso, sueños son. Cosa que ya había dicho el clásico. O sea.
Incluso llegó a pagar a una médium, con el fin de realizar algunos experimentos de espiritismo.
La mujer, que afirmaba estar inspirada por el arcángel San Gabriel, decía contestar las preguntas a través del espíritu de una hermana suya monja, muerta hacía tiempo, que se le aparecía. Eso decía.
Pero Cajal la pilló en el engaño. La fantasmal figura no era otra que la misma médium, que se disfrazaba y deformaba el rostro con trozos de goma introducidos en las fosas nasales y la boca. Qué cosa.
Penosa por previsible, la granujería del Más Acá. En fin, ya saben,la verdad existe, sólo hay que inventar la mentira.
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