domingo, 7 de enero de 2024

“¿A qué huele la niebla?” (1)

(Continuación) Ya de la que va, antes de continuar y por si no se lo comenté, el color de las nubes varía en función de su densidad: si ésta es baja dispersan buena parte de la luz visible que les llega por lo que las percibimos de color blanco; mientras que si son densas disminuye la dispersión lumínica y las vemos de color gris o incluso negras, señal inequívoca de que va a llover.

Y yendo a lo que hoy nos trae, la niebla, es probable que recuerde que ya ha sido mencionada en esta saga meteorológica y odorífica que arrancamos, va ya para un mes, a partir de una greguería -creada por el escritor gato Gómez de la Serna a comienzos del siglo pasado, en relación con las nubes-, y la ocurrencia contable de alguien que recordar no quiero, que la plagió burdamente sin más.

¿Qué es la niebla?

De manera coloquial y tirando de diccionario todos la concebimos como nubes muy bajas, cerca o a nivel del suelo, que dificultan la visión según la concentración de gotas de agua, de pequeño volumen, en suspensión que la forman.

La Organización Meteorológica Mundial (OMM) define la niebla atmosférica como la suspensión de gotas pequeñas de agua en el aire, casi siempre microscópicas, que reduce la visibilidad horizontal en la superficie terrestre a menos de 1 km.

Un fenómeno meteorológico referido a la condensación de la humedad del aire, pero todavía en suspensión, en forma de gotas de agua que no son lo suficientemente grandes como para que la fuerza de la gravedad terrestre las haga precipitarse, como ocurre con la lluvia.

Unos bancos de niebla que se forman de la misma manera que cualquier otro tipo de nubes, son nubes estratiformes que se producen al evaporarse la humedad del suelo y que puede proceder del vapor de agua expelido por la vegetación o por masas de agua dulce o salada, ríos, arroyos, charcos, etcétera.

¿Cómo se forma la niebla?

Es como una nube a ras de suelo pero cuya formación necesita de cierta estabilidad atmosférica cerca del mismo que, junto a una capa de inversión térmica impiden que la masa de aire húmedo y sus gotitas de agua asciendan o se disipen.

Una masa de aire frío originado por un suelo muy, muy, frío en las zonas bajas o por las nubes orográficas en las montañas cuya permanencia exige de: la ausencia de frentes, formación de fenómenos de convección o aumento de temperatura que rompan dicha capa. (Continuará)

[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.