viernes, 21 de noviembre de 2025

DCPS. Calle Felipe Hauser (y 4)

(Continuación) Y del otro, por el trabajo de Robert Koch identificando qué patógenos específicos eran responsables de enfermedades como el ántrax o la tuberculosis. Desde entonces numerosos y rigurosos experimentos demuestran y fundamentan la veracidad de esta teoría, la aceptada por la comunidad científica, y ni que decir tiene que gracias a ella se han llevado a cabo avances en la sanidad, la antisepsia y las vacunas. Abro paréntesis periodístico. Ambos científicos tienen algún que otro reconocimiento en las calles sevillanas por lo que habrá que estar atento a la llegada de un más que posible vínculo al respecto. Cierro paréntesis.

Defensa numantina

Mientras llegan dichos reconocimientos le cuento el más que conocido final que tuvieron las teorías epidémicas. Por contexto histórico sabe que la telúrica se desarrolló en un momento en el que aún no se había desarrollado del todo el descubrimiento de los agentes patógenos y su papel vital, por lo que el tiempo y las pruebas jugaban en su contra.

Y fue la teoría bacteriana la que terminó por prevalecer, jugando un rol fundamental en el desarrollo de la medicina moderna al identificar microorganismos específicos como causantes de enfermedades. Es decir, la causa era externa no interna. A pesar de ello, en 1897, cuando esta teoría ya había recibido un sólido respaldo de la sociedad, nuestro hombre, en su obra Études épidémiologiques, seguía defendiendo (numantinamente) la del pleomorfismo, una posición teórica que muy pocos científicos en Europa ya compartían; puede que le costara algo admitir que, en ciencia, hay que seguir a las pruebas, sí o sí. Para algunos exégetas Hauser puede ser considerado como uno de los últimos higienistas europeos defensores de una teoría ambientalista de la enfermedad, y bajo esta perspectiva redactó en Madrid otras dos grandes obras médicas: Madrid desde el punto de vista médico-social en 1902 y La Geografía Médica de la Península Ibérica en 1913.

Adenda sevillana

A pesar de su marcha de la ciudad, Hauser nunca la olvidaría y hay varios hechos que lo demuestran. En 1914, con ochenta y dos años, cuando abandonó el ejercicio profesional decidió donar su excepcional e importante biblioteca especializada en temas médicos, con volúmenes en alemán, francés, inglés y castellano, a la ciudad para su uso y aprovechamiento.

Para ello se desplazó personalmente a Sevilla en mayo de ese año y por ese motivo fue nombrado Colegiado Honorario del Real Colegio de Médicos de Sevilla en sesión de 5 de mayo de 1914 e Hijo Adoptivo y Preclaro de la ciudad diez días más tarde. Como ya vimos, casi un siglo después recibía un nuevo homenaje, el de la calle sevillana que lleva su nombre y que nos ha traído hasta aquí.

[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.

[**] El original de esta entrada fue publicado el 22 de septiembre de 2025, en la sección DE CIENCIA POR SEVILLA, del diario digital Sevilla Actualidad.

 

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