El 30
de enero de 1868, tal día como hoy de hace ciento cincuenta (150) años,
veía la luz la que está considerada como la segunda obra en importancia del naturalista
inglés Charles Darwin (1809-1882).
Su título ya lo sabe, La variación de animales y plantas
domesticados, y da nombre a una obra publicada en dos volúmenes y de casi mil páginas, en las que el autor entre
otros menesteres, da respuesta a aquellos críticos que afirmaban que su teoría de la evolución carecía de todo
fundamento científico.
Aunque en particular, en el capítulo XXVII,
incluye una descripción de su teoría sobre la herencia de caracteres que él denominó pangénesis, una antañona teoría ya defendida en la antigüedad por Anaxágoras y otros filósofos griegos, y
que el inglés pensó que podría aclarar muchos hechos que eran fundamentales
para el establecimiento y asentamiento de su teoría evolutiva.
Un salto cualitativo importante en su
línea de razonamientovolutivo, si tenemos en cuenta que tan solo nueve años
antes, en su libro de 1859, El origen de
las especies, llega a admitir que “las leyes que rigen la herencia son, en
su mayor parte, desconocidas”. O sea.
Pero volviendo a La variación de..., la mayor parte de sus páginas Darwin las dedica a analizar distintos
aspectos de la vida de plantas y animales, e incluye estudios sobre del entorno
que se modifca, tanto de forma natural como por el influjo humano.
En ellas da información detallada sobre
la domesticación de los animales y
plantas. Recuerden la paloma bravía
(Columbia livia) que recoge en su
obra y de la que no hay duda es una antecesora de la actual paloma doméstica. Un ancestro silvestre con la que con frecuencia se
hibrida ya que son de la misma especie. (Continuará)
[*] Introduzcan
en
[Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas
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