lunes, 1 de enero de 2018

Guadalquivir, Demófilo y delfines

(Continuación) Vayamos por parte con esta extraña terna del titular. Antonio Machado y Núñez tuvo un solo hijo de su matrimonio con Cipriana Álvarez Durán, pintora de talento y gran folklorista, que ejerció una gran influencia sobre su único hijo, el antropólogo y folclorista Antonio Machado Álvarez, Demófilo (1846-1893) y sus nietos.
Pues bien contaba Demófilo la edad de Cristo, es decir en 1879, tan solo nueve (9) años después que su padre estuviera enredado con lo del eclipse, cuando una tarde llegaron hasta los mismos pies de la Torre del Oro un grupo grande de delfines que había remontado, probablemente extraviados y a favor de marea, el río Guadalquivir desde Sanlúcar de Barrameda.
Aquí se entretuvieron en hacer piruetas y cabriolas, ofreciendo un fabuloso e insólito espectáculo a los sevillanos que, ni decirles tengo, se agolparon en las orillas de la arrabalera calle Betis y del balcón sevillano del Paseo de Colón para, asombrados, ver el prodigioso sucedido fluvial.
Y entre los espectadores estaba Demófilo, quien allí mismo vería por primera vez a una muchacha con la que se terminaría casando y que sería madre de sus seis (6) hijos, entre ellos los poetas Antonio y Manuel.
‘Fue una tarde de sol que yo he creído o he soñado recordar alguna vez’
Curiosamente así evocaba por escrito Antonio, el segundo de los hermanos, el encuentro fluvial de sus padres. Una historia de cuando no solo él no estaba aún en el mundo, sino de cuando ni siquiera existía a nivel de proyecto en la mente de sus padres. Por cierto ya que va de curiosidades, les apunto una terna de ellas de carácter temporal, una quisicosa en realidad relacionada con el número 9.
1879. El año de los delfines, es también en el que nace el físico germano-estadounidense Albert Einstein (1879-1955), dueño y señor de las Teorías de la Relatividad, uno de los pilares de la Física Moderna junto con la Física Cuántica y la Teoría del Caos.
1919. La relatividad einsteniana -escrita así en singular, pero plural en contenido al ser en realidad dos, la Teoría de la Relatividad Especial o Restringida, TRE (1905) y la Teoría de la Relatividad General TRG (1915)-, es un cuerpo de conocimientos científicos que cuarenta (40) años después del nacimiento del genio en Ulm, Alemania, y del advenimiento de los delfines en Sevilla, España, se vio respaldado por los datos que se obtuvieron de un eclipse.
Pero no de uno cualquiera.
Sino del eclipse total de Sol que tuvo lugar el 29 de mayo de 1919 y permitió probar la primera de las dos predicciones verificables del einsteniense artículo de 1911 sobre la gravedad, enunciadas en su TRG: “La desviación de la luz al pasar cerca de un campo gravitatorio, y su corrimiento al rojo, al hacerlo de un campo fuerte a uno débil”.
Una historia ya enrocada.
1939. No sé si les pasará igual pero a mí la frase de más arriba me recuerda una de esas tres notas que Antonio Machado guardó en un bolsillo de su gabán, poco antes de morir en el exilio en Colliure, Francia. El mismo que unos días después su hermano José encontró en un papel arrugado.
Si se fijan tuvo lugar veinte (20) años después del eclipse, y era el último verso que había escrito el poeta, quizás recordando el sol que creyó o soñó recordar una tarde, alguna vez, 'Estos días azules y este sol de infancia'.
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