Si les digo que voy a hablarles de Antonio Machado, es más que probable que a ustedes se le venga a la mente, la imagen del gran poeta sevillano Antonio Machado y Ruíz.
El hermano de Manuel, al buen decir y no tanto entender del vibórico Borges.
Es una asociación mental, la de Antonio, que resulta casi inevitable. Por lo que a nadie puede sorprender que así sea
¿A qué otra persona, con ese nombre y apellido y de relevancia como para hablar de él, me podría estar refiriendo si no?
Lo sorprendente, y quizás triste, o lo que es peor, y penoso, es que sí existió otro Antonio Machado. Además tan relevante como el mismo poeta. Y para más inri relacionado con él, puesto que era su abuelo.
Su abuelo paterno, Antonio Machado y Núñez.
El iniciador de la saga de los Machado. Una familia sorprendente y extraordinaria. De gran tradición republicana, culta, muy culta, y con un nostálgico trasfondo sevillano.
Una familia con casi doscientos años de historia que empezó en el abuelo Antonio.
Por no cansarles, en esta ocasión, les citaré sólo algunas de sus actividades.
De entre las científicas, fue antropólogo, médico, geólogo, botánico, ornitólogo y vulcanólogo
Como personaje público fue alcalde de Sevilla en dos ocasiones, gobernador de la provincia y cofundador del Ateneo de Sevilla junto a Salas y Ferrer.
Académicamente fue catedrático de Ciencias Naturales en la universidad hispalense, rector de ésta y fundador en 1850 del Antiguo Gabinete de Historia Natural .
En aquella época llegó a ser el segundo Museo de Historia Natural de toda España. Hoy forma parte del Museo de Geología de la Hispalense.
Como ciudadano fue republicano acérrimo, masón y anticlerical.
Como científico fue el primero en citar la presencia del lince en Doñana y uno de los primeros introductores en España de la Teoría de la Evolución de Charles Darwin, de quienes recientemente cumplimos aniversarios.
Y además, por lo que se sabe, en el trato personal era un hombre de lo más simpático. O sea.
Ya les avisé que se trató de un ser humano, a todas luces, excepcional.
Pues bien. A pesar de su impresionante currículum profesional apenas esbozado en esta entrada.
Y de su enorme vinculación, personal y profesional, con esta ciudad de Sevilla, de la que tan solo he dado unas pinceladas.
A pesar de lo anteriormente apuntado, Antonio Machado y Núñez no tiene en esta ciudad ni una calle, ni una plaza, ni una placa con su nombre.
Así es nuestra ciudad. La del poeta del Donde habite el olvido. (Continuará).
El hermano de Manuel, al buen decir y no tanto entender del vibórico Borges.
Es una asociación mental, la de Antonio, que resulta casi inevitable. Por lo que a nadie puede sorprender que así sea
¿A qué otra persona, con ese nombre y apellido y de relevancia como para hablar de él, me podría estar refiriendo si no?
Lo sorprendente, y quizás triste, o lo que es peor, y penoso, es que sí existió otro Antonio Machado. Además tan relevante como el mismo poeta. Y para más inri relacionado con él, puesto que era su abuelo.
Su abuelo paterno, Antonio Machado y Núñez.
El iniciador de la saga de los Machado. Una familia sorprendente y extraordinaria. De gran tradición republicana, culta, muy culta, y con un nostálgico trasfondo sevillano.
Una familia con casi doscientos años de historia que empezó en el abuelo Antonio.
Antonio Machado y Núñez (1812-1896)
Una rápida y ligera visión de su vida ya nos muestra que fue un personaje interesantísimo. Polifacético como humanista y con una historia personal extraordinaria.Por no cansarles, en esta ocasión, les citaré sólo algunas de sus actividades.
De entre las científicas, fue antropólogo, médico, geólogo, botánico, ornitólogo y vulcanólogo
Como personaje público fue alcalde de Sevilla en dos ocasiones, gobernador de la provincia y cofundador del Ateneo de Sevilla junto a Salas y Ferrer.
Académicamente fue catedrático de Ciencias Naturales en la universidad hispalense, rector de ésta y fundador en 1850 del Antiguo Gabinete de Historia Natural .
En aquella época llegó a ser el segundo Museo de Historia Natural de toda España. Hoy forma parte del Museo de Geología de la Hispalense.
Como ciudadano fue republicano acérrimo, masón y anticlerical.
Como científico fue el primero en citar la presencia del lince en Doñana y uno de los primeros introductores en España de la Teoría de la Evolución de Charles Darwin, de quienes recientemente cumplimos aniversarios.
Y además, por lo que se sabe, en el trato personal era un hombre de lo más simpático. O sea.
Ya les avisé que se trató de un ser humano, a todas luces, excepcional.
Pues bien. A pesar de su impresionante currículum profesional apenas esbozado en esta entrada.
Y de su enorme vinculación, personal y profesional, con esta ciudad de Sevilla, de la que tan solo he dado unas pinceladas.
A pesar de lo anteriormente apuntado, Antonio Machado y Núñez no tiene en esta ciudad ni una calle, ni una plaza, ni una placa con su nombre.
Así es nuestra ciudad. La del poeta del Donde habite el olvido. (Continuará).
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