
Es a partir del siglo XVIII, cuando los hospitales abrieron sus puertas a estudiantes y profesionales 'no residentes'.
Un giro casi copernicano en la forma de ver la práctica médica, con una idea central: cuantas más opiniones, mayor eficacia en el diagnóstico.
Una dinámica que, por suerte, se convirtió en método. Los tiempos cambian y, a veces, avanzan.
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