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Continuación) De nada sirvió la idea que tuvo un desconocido ingeniero químico, alrededor de los años 50 del pasado siglo XX, para relanzar el colorante.
Pensó en teñir de azul los pantalones de vestir de los hombres. Pero no gustó.
Se trataba de un color poco apropiado para dicha prenda. Demasiado chillón quizás. Lo cierto es que no tuvo éxito.
No fue hasta principios de los años 60 cuando otro anónimo químico hizo una observación interesante y ¡también casual! Si sólo se teñían de azul los hilos verticales de la urdimbre, dejando los horizontales blancos, entonces el color era menos brillante. Y mire usted por donde, esta nueva idea sí fue aceptada.
El denim de Nîmes Pero era necesario encontrar clientes, empresas que utilizaran ese tipo de urdimbre llamado sarga ¡Y vaya si se encontró! En concreto en la ciudad de Nîmes, donde empezaron a confeccionar el
denim, el tejido de algodón asargado de trama blanca y azul del serendípico y desconocido químico.
El mismo denim que empezó a importar
Levi para sus pantalones. Por eso son azules y no de otro color. Porque por suerte,
Perkin, buscando un remedio para la malaria encontró un colorante que teñía de azul. Estas cosas pasan.
Y esta es una parte de la historia de los pantalones vaqueros. Quizás la menos conocida. La otra es más de dominio público y les supongo al tanto.
Curiosidades en torno a los vaqueros
No quisiera acabar esta vaquera entrega sin comentarles algunas curiosidades relacionadas con esta prenda de vestir. Unas académicas:
1) A propósito del nombre de estos pantalones,
jeans o
bluejeans, he de contarles que hace ya unos años que la
Real Academia Española admitió una nueva escritura para los conocidos vaqueros o tejanos. En esta ocasión, la solución que la
RAE da al extranjerismo jeans o bluejeans, pasa por adaptar la grafía original al español, para así reflejar la pronunciación. Se lo aclaro.
La RAE propone utilizar las palabras
bluyín y
yin para referirse al vaquero o tejano. De este modo el conocido término hippy o hippie se convierte en ‘jipi’, el deporte del baseball en ‘béisbol’ y el del paddle pasa a ser ‘pádel’.
Aunque ha de saber que no siempre ocurre así. Algunas veces se prefiere mantener la grafía original, pero con pronunciación a la española. Como el anglicismo
gay, homosexual masculino, que debe pronunciarse en español gái.
No sé qué pensaran al respecto, pero un servidor de ustedes no entiende por qué no basta con las españolas. Pero, en fin, maestros tiene la Academia y para algo están.
Otras son biográficas:
2) Como que su creador falleció en 1902 sin hijos y fueron sus sobrinos los que siguieron y siguen al frente del negocio.
3) O que en el pasado año 2008, la empresa cerró su última fábrica en los EE.UU. Trasladó toda su producción a países del tercer mundo. Ya saben. Una cuestión de valor y precio.
4) Desde 1873 la historia del pantalón vaquero que no ha dejado de brillar con luz propia y muchas veces lo ha hecho asociada a mitos cinematográficos y modas.
Desde
James Dean, que los mostró en la película Rebelde sin causa, allá por 1955 (año en el que murió
A. Einstein). Pasando por
Marlon Brando, que apareció enfundado en sus bluyines en
El Salvaje.
Y sin olvidar a
Marilyn Monroe, considerada una de las mujeres más sexys de la historia, que nunca se separaba de sus tejanos.
5) Por último. Recuerdo que hace unos años leí que la compañía
“Levi Strauss&Co” había pagado nada menos que 46 532 dólares por unos pantalones vaqueros encontrados en las ruinas de un pueblo minero de Nevada.
Son, al parecer, los más antiguos encontrados hasta el momento, ya que se estima que fueron fabricados alrededor de 1880, por la misma compañía que ahora los ha comprado tras un estudio de la tela y los remaches de cobre.
Unos vaqueros no muy diferentes de los que
Y.S.L. se quejaba no haber inventado. Qué se le va a hacer. Estas cosas pasan también.