El trece de marzo de este Año del Señor de 2009 se cumplieron 130 años del nacimiento de Albert Einstein. Poco ya que decir del genial científico que no se haya dicho y bien.
Lo mismo que del hombre, si bien de éste, no todo se haya dicho con la suficiente claridad.
Me viene a la memoria la anécdota que se cuenta de Marilyn y él. La leyenda urbana entre la rubia y devora-hombres estrella de cine, Marilyn Monroe, y el desharrapado científico mujeriego, Albert Einstein.
Una más sobre la relación entre el cuerpo y la mente. O la bella y la bestia, como el cuento.
En este caso, lo más probable, es que sea apócrifa. Pero lo cierto es que por ahí anda. Como prueba, una más, de la enorme popularidad de este ser humano. Que al fin y al cabo, sólo fue un científico en la vida ¿Leyenda o realidad? Les cuento hasta donde sé.
Dicen que en cierta ocasión coincidieron la Monroe y el genio. Al parecer, la actriz se dirigió a Einstein y le propuso jocosamente:
- “¡No opina, profesor, que deberíamos tener un hijo juntos; así el niño tendría mi apariencia y su inteligencia!”.
A lo que, el sorprendido físico, respondió:
- “Lo que me preocupa, querida señorita, es que la experiencia salga al revés”. Lógica y lacónica la respuesta einsteniana. Bueno pues ya está. De la leyenda, no sé más que decir, poco creíble quizás. Pero como anécdota no me negaran que está bien.
Mas, siempre hay un pero, la cosa no acaba ahí. Lo bueno de todo esto es que existen indicios que podrían corroborar cierta relación entre ambos ídolos. Veamos.
De un lado, la Monroe, mujer de abundosas medidas, no sólo mostró su pública predilección por hombres mayores que ella, sino que, en privado, llegó a decir que su idea de hombre sexy era, sí, ¡Albert Einstein! Ya ven.
Del otro lado, el del físico. Los testimonios de sus más allegados revelan con claridad el tipo de mujeres que le atraían.
J. Plesh, su médico y amigo dejó escrito: “En la elección de sus amantes no hacía grandes distinciones, pero se sentía más atraído por una rotunda hija de la naturaleza que por una sutil mujer de sociedad”.
Coherente por tanto con la hipótesis meriliana. Claro que también dijo: “A Einstein le chiflaban las mujeres y cuanto más vulgares, sudorosas y malolientes eran, mejor”. Sin comentario.
Por último, parece ser que existe una prueba documental de la relación. Al fallecer la actriz, entre sus pertenencias, se encontró una foto del sabio con la siguiente dedicatoria: “A Marilyn, con mi respeto, amor y agradecimiento, Albert Einstein”.
¡Vaya, vaya! ¿Albert Einstein agradecido a Marilyn? Interesante sentimiento. Aunque, tal vez, demasiado explícito.
Lo mismo que del hombre, si bien de éste, no todo se haya dicho con la suficiente claridad.
Me viene a la memoria la anécdota que se cuenta de Marilyn y él. La leyenda urbana entre la rubia y devora-hombres estrella de cine, Marilyn Monroe, y el desharrapado científico mujeriego, Albert Einstein.
Una más sobre la relación entre el cuerpo y la mente. O la bella y la bestia, como el cuento.
En este caso, lo más probable, es que sea apócrifa. Pero lo cierto es que por ahí anda. Como prueba, una más, de la enorme popularidad de este ser humano. Que al fin y al cabo, sólo fue un científico en la vida ¿Leyenda o realidad? Les cuento hasta donde sé.
Dicen que en cierta ocasión coincidieron la Monroe y el genio. Al parecer, la actriz se dirigió a Einstein y le propuso jocosamente:
- “¡No opina, profesor, que deberíamos tener un hijo juntos; así el niño tendría mi apariencia y su inteligencia!”.
A lo que, el sorprendido físico, respondió:
- “Lo que me preocupa, querida señorita, es que la experiencia salga al revés”. Lógica y lacónica la respuesta einsteniana. Bueno pues ya está. De la leyenda, no sé más que decir, poco creíble quizás. Pero como anécdota no me negaran que está bien.
Mas, siempre hay un pero, la cosa no acaba ahí. Lo bueno de todo esto es que existen indicios que podrían corroborar cierta relación entre ambos ídolos. Veamos.
De un lado, la Monroe, mujer de abundosas medidas, no sólo mostró su pública predilección por hombres mayores que ella, sino que, en privado, llegó a decir que su idea de hombre sexy era, sí, ¡Albert Einstein! Ya ven.
Del otro lado, el del físico. Los testimonios de sus más allegados revelan con claridad el tipo de mujeres que le atraían.
J. Plesh, su médico y amigo dejó escrito: “En la elección de sus amantes no hacía grandes distinciones, pero se sentía más atraído por una rotunda hija de la naturaleza que por una sutil mujer de sociedad”.
Coherente por tanto con la hipótesis meriliana. Claro que también dijo: “A Einstein le chiflaban las mujeres y cuanto más vulgares, sudorosas y malolientes eran, mejor”. Sin comentario.
Por último, parece ser que existe una prueba documental de la relación. Al fallecer la actriz, entre sus pertenencias, se encontró una foto del sabio con la siguiente dedicatoria: “A Marilyn, con mi respeto, amor y agradecimiento, Albert Einstein”.
¡Vaya, vaya! ¿Albert Einstein agradecido a Marilyn? Interesante sentimiento. Aunque, tal vez, demasiado explícito.
3 comentarios :
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La historia es falsa. Fue George Bernard Shaw y Sarah Bernardht
Marilyn Monroe solo interpretaba un papel de lo que esperaban de ella. Se esforzo genuinamente para salir de ese estereotipo social, en vano. Por qué no podía valorarla Einstein???Ella era muy inteligente, sabía perfectamente que llevaba colgada la etiqueta de " tonta sexy", pero, solo los que ponen etiquetas son los ignorantes. Gran inteligencia de Einstein por percibir lo evidente.
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