domingo, 4 de octubre de 2015

¿Hay alguien ahí fuera?

Pero una respuesta a este interrogante, que suponga un paso más allá del que da la doctora Ellie Arroway, protagonista de la novela de ciencia ficción Contacto (1985) de Carl Sagan y a la que treinta (30) años la contemplan. Ella respondió:

“Os diré una cosa. El universo es un lugar muy, muy grande. Mucho más grande de lo que nadie haya podido imaginar. Y, si no hubiera nadie más ahí fuera… ¡Cuánto espacio desperdiciado!”

Algo que, coincidirán conmigo, parece estar bien pensado en términos de pura lógica.

Sí. Puede que sea cierto, ¿por qué no va a serlo? Claro que si lo pensamos mejor, nadie está en condiciones de decir que el universo tenga que ser lógico. Pero bueno, aceptamos la idea.

De hecho, algo parecido al pensamiento de la doctora de ficción literaria, es la sospecha que late en muchos de nosotros, me refiero al público en general, desde hace bastante tiempo. Pero, es más.

No faltan estudiosos del asunto, investigadores científicos ahora, que califican a este hallazgo, en el caso de producirse, de auténtica “revolución científica”.

Lo que también está bastante bien pensado y puede que lo sea. Pero claro, qué sabe nadie. Y menos uno.

¿Hay vida en el planeta rojo?
Ése es el reto. Algo en lo que se está trabajando y uno de los objetivos de la exobiología actual.

Para empezar tenemos que determinar cuánta agua (H2O) hay y, por supuesto, confirmar su origen, que es aún un misterio a desvelar del todo. Esos serán los siguientes pasos.

Una tarea ardua pues las venas oscuras (RSL) que se aprecian en algunas laderas de Marte, recuerden con sales hidratadas, pueden llegar a alcanzar una longitud de centenares de metros.

Así que serán muchas las vías de investigación que habrá que abrir y, muchos también, los estudios a realizar.

Una cuestión de tiempo y sobre todo de recursos de todo tipo, empezando por los económicos. Maldito parné.

Para ello se cuenta con el Curiosity, el robot que ya está en el planeta. Con otro más que se piensa mandar en la década de los años 20. Y, natural, con los trabajos de investigación que se desarrollen desde los laboratorios terráqueos. Todo suma.

Y a propósito de sumar. Si se trata de detectar vida en el planeta hermano, cualquier clase de vida, habrá que poner especial énfasis en no contaminar el escenario.

Marchando una de esterilización
Por lo que sé, las normas internacionales creadas para estos casos exigen que las misiones espaciales sean muy precavidas, a la hora de ir a lugares donde haya posibilidad de encontrar agua líquida.

La protección planetaria establece que, dado que no podemos esterilizar las naves lo suficiente, como para garantizar que no contaminaremos estos lugares, no deberíamos llegar hasta el mismo lugar que deseemos.

Trato de decirles que las agencias espaciales tendrán que pensarse bien dónde mandarán sus futuras sondas. Si se halla un lugar de interés en la búsqueda de la vida, ya saben que allí no podrán, en este caso, "amartizar".

Lo que supone un problema añadido, una dificultad técnica más.

Y la espuela. Puestos a especular, incluso se habla de la posibilidad de enviar una misión tripulada al planeta rojo.

Qué quieren que les diga. Para mí son palabras mayores, y ya saben mi opinión desanimada, al respecto de Marte. Mejor me reservo para otra ocasión. Ahora les hago un cambio de pie y les planteo un nuevo interrogante.

Ya hace tiempo, poco más de cuatro (4) años, que les escribí sobre la visceral defensa que sobre la existencia de unos canales en Marte, hizo el científico estadounidense Percival Lowell (1855-1916).

Unos canales, según él, no naturales. Los canales de Marte.




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