miércoles, 20 de abril de 2011

La Sábana Santa (VI)

(Continuación) Una era un fragmento de la Sábana, y las otras, tres muestras de control. La primera, una pieza de lino de una tumba Nubia, cuya antigüedad data de entre los siglos XI y XII de nuestra era.
La segunda, otra muestra de lino de una tumba egipcia, perteneciente a una época comprendida entre el 110 a.C. y el 75 de nuestra era.
La tercera muestra eran hilos obtenidos de la capa de San Luis de Anjou, de entre 1290 y 1310.
Los resultados fueron aplastantes. Cada laboratorio utilizó una técnica diferente y, a pesar de ello, obtuvieron resultados similares, dentro de las variaciones experimentales esperadas y esperables.
El 13 de octubre de 1988, el cardenal Ballestrero daba a conocer el veredicto oficial de esta prueba.
Los tres laboratorios coincidían en fechar el origen de la Sábana de Turín entre los años 1260 y 1390. La Sábana, a la luz de estos datos casi incontrovertibles, resultaba una falsificación.
El informe de los tres laboratorios fue publicado por la famosa revista Nature en el numero del 16 de febrero de 1989.
7.1. El sudario de Oviedo
Si bien es cierto que la Sábana Santa parece que a los españoles nos pilla un poco lejos, no ocurre lo mismo con el Sudario de Oviedo, el famoso “Pañolón”.
Otro pretendido sudario y, en este caso, complementario de la Sábana Santa de Turín. Por desgracia tiene una pega. Sí, la misma.
El C-14 da una fecha para esta tela ovetense, del siglo VII. Con lo que está claro que ambos comparten una misma cualidad. Son falsas reliquias aunque, eso sí, queda claro que la pseudo-reliquia española lleva más tiempo siéndolo que la italiana.
Y eso debe servir para algo. De siempre la antigüedad ha sido un grado.  
Sin embargo, el hecho de que el Vaticano aceptara las pruebas científicas, no significó nada para los “sabaneros”. Ya conocen el dicho de la linde.
Ellos no aceptaron dicho resultado y han realizado, desde entonces, mil y una críticas a este método de datación. Cada una más disparatada que la anterior, pero ninguna tanto como la que paso a contarles.

7.2. La resurrección de Libby
Antes les pongo en antecedente. El método de datación del C-14 fue ideado en los años 50 por Willard Libby, un químico estadounidense que, en 1960, recibió el Premio Nobel de Química por dicho motivo.
Pues bien, no habían pasado ni seis meses de las declaraciones del cardenal Ballestrero, cuando aparecieron en prensa unas declaraciones impactantes.
El propio Libby, inventor del método, decía que la prueba no se había aplicado bien en el caso de la tela turinesa.
Casi nada. El propio inventor contradiciendo la investigación. Por vergüenza torera no voy a entrar a contarles los supuestos detalles. Me limitaré a darles un dato.
Las supuestas declaraciones de Libby son de abril de 1989, lo que plantea un problema. Sucede que Libby había fallecido en 1980, por lo que era del todo imposible que las hubiera realizado.
¡Salvo que hubiera resucitado! ¡Por fin un milagro!
Bromas aparte ¿De dónde sacaron en 1989, periodistas y sindonólogos, las declaraciones del premio Nobel muerto en 1980?
¿Organizaron una sesión de espiritismo o, simplemente, se inventaron la opinión del químico?
¿A nadie se le ocurrió comprobar que el científico había fallecido años antes o es que no interesaba hacerlo?
Sólo hay una cosa clara, en el caso del sudario de Turín, pensar mal es garantía de acierto.

8. Los leptones virtuales
En 1996, dos doctores de la universidad de Turín, dijeron descubrir unas marcas en el párpado del ojo derecho de la imagen, que se corresponderían con las de una moneda tipo Lepton Simpulum.
Una moneda puesta en circulación entre los años 29 y 32 de nuestra era, por el emperador Tiberio. Un supuesto descubrimiento que plantea al menos dos problemas.
Uno histórico. La costumbre de cerrar los ojos de los muertos con dos monedas, no existía entre los judíos. Al menos ningún documento lo avala. Los judíos no colocaban monedas en los ojos de sus difuntos.
Otro físico. Nadie más que ellos las han visto. De hecho, nadie más las ha vuelto a ver desde entonces. Ni siquiera ellos. Ni por supuesto muchos cardenales, que ya es decir.
Lo de los leptones a mí me parece más, un voluntario ejercicio visual parecido al que nos hace ver figuras en las manchas de humedad de la pared o animales en las nubes. Se llama pareidolia.
Bueno, pues la de los leptones es otra.
Por cierto, este hallazgo no se publicó en ninguna revista científica. Sí en cambio en las esotéricas. A saber la razón.

¿Dónde , cuándo y cómo se hizo entonces esa figura?
Si la sábana de Turín no envolvió el cuerpo de Jesús hace dos milenios, ¿dónde, cuándo y cómo se plasmó en el lienzo la figura del hombre torturado? (Continuará)

3 comentarios :

Anónimo dijo...

En 2002, Ray Rogers, experto en química del equipo STURP y socio retirado del Laboratorio Nacional de Los Álamos, postuló que la muestra cortada del Sudario de Turín en 1988 habría sido tomada de un área del lienzo que había sido vuelta a tejer durante la Edad Moderna. En dicha área se habría mezclado (de manera muy sutil –imperceptible a la vista-), tejido moderno con lino antiguo, comprometiendo de esta manera la prueba de datación.
Cinco semanas antes de su muerte, Rogers escribió un trabajo, basado en muestras que, según su tesis, eran los 32 hilos que él mismo había obtenido con cintas adhesivas en 1978 cuando estaba en el STURP, una muestra tomada por el experto textil Gilbert Raes en 1973, de una esquina adyacente a la utilizada para la datación por C-14.

Anónimo dijo...

Sin embargo, uno de los primeros argumentos usados para cuestionar la datación fue el de los residuos bacterianos, ya que hay varios ejemplos de objetos antiguos cuya datación resultó ser inexacta, especialmente en los orígenes de la radiometría. El caso más notable se dio en 1970, cuando se dataron los huesos de una momia del Museo Británico unos 800–1000 años antes que su envoltura. Hay que tener en cuenta también que la esquina utilizada en la datación habría sido más manoseada que el resto de la tela, subiendo el riesgo de contaminación por bacterias y otros residuos. Las bacterias y sus desechos (bacterias muertas y subproductos) contienen carbono, lo que acercaría a nuestros días la fecha radiométrica. Esta hipótesis es fundamentalmente defendida por Leoncio Garza-Valdes.
El físico nuclear Harry E. Gove, de la Universidad de Rochester, inventor del método de datación por radiocarbono que se utilizó en 1988, admitió la posibilidad de una capa bioplástica que hubiera falseado la datación. Según Gove, si esta cubierta fuera lo bastante gruesa, podría haber producido unas fechas más recientes que las reales.

Anónimo dijo...

En un estudio llevado a cabo por Anna Arnoldi (de la Universidad de Milán) y Raymond Rogers (miembro retirado del Laboratorio Nacional de Los Álamos de la Universidad de California) se lanzó otro argumento en contra de los resultados de los exámenes radiométricos.
Por medio de un análisis del espectro de fotografías ultravioletas determinaron que el área del sudario del que se extrajeron las muestras difiere químicamente del resto de la tela. Mencionan la presencia de tintes de raíz Madder y óxido de aluminio (un agente fijador) exclusivamente en dicha esquina, y concluyen que esa parte fue cosida a la sábana en algún momento de su historia. Estas reparaciones habrían sido hechas con materiales recientes, con mayor concentración de carbono que la tela original.
Los exámenes microquímicos del área también hallan rastros de vanilina, ausentes en el resto de la tela. La vanilina se origina por la descomposición térmica de la lignina, un polímero complejo integrante del algodón. Este producto suele encontrarse en materiales medievales, pero no en prendas más antiguas, ya que disminuye con el tiempo. Por ejemplo, no se halló vanilina en los envases de los Manuscritos del Mar Muerto.
Raymond Rogers, en un artículo del 20 de enero de 2005 de la revista Thermochimica Acta, ofrece una aparente prueba química de que la muestra cortada del Sudario en 1988 no era válida. En el mismo artículo, su resolución de la cinética de la pérdida de vanilina apunta a que el sudario tiene entre 1300 y 3000 años de antigüedad.
Posiblemente sólo podrá zanjarse este aspecto de la controversia con más exámenes radiométricos, aunque estos suponen el peligro de dañar la reliquia. Rogers sugiere en su artículo de 2005 que para la datación podría utilizarse el carbón de las piezas chamuscadas que se extrajeron en la restauración de 2002, si se lavaran con ácido nítrico concentrado.