martes, 15 de febrero de 2011

De Cupido, el amor y San Valentín (II)


(Continuación) Fue así hasta que Pepín Fernández, fundador de los grandes almacenes Galerías Preciados, tuvo la feliz idea de difundir entre nosotros esta tradición europea.

Bueno, la tradición y la costumbre del regalo a la pareja en fecha tan especial.
Así es como nació en España esta celebración. Hace apenas sesenta (60) años y por meros motivos económicos. Esa es la verdad del día de los enamorados.
Es lo que tiene esta sociedad de consumo, que es capaz de acabar hasta con el romanticismo. Y mire usted por donde, ahora que lo pienso, esa cualidad la comparte con la ciencia como pudimos comprobar hace ya un tiempo.
Pero volviendo a lo nuestro, ¿Por qué están unidos amor y 14 de febrero?
¿Por qué están unidos amor y 14 de febrero?
Hasta donde he podido averiguar la respuesta a esta pregunta se pierde en las penumbras del tiempo. No aparece nítida.  De hecho algunos historiadores no los unen siquiera.
Para ellos, el día enlaza en realidad con las Lupercales, una fiesta local de Roma que se celebraba el 15 de febrero. Se trataba de un rito arcaico, pagano y conectado con la fertilidad. Es decir, sin ningún matiz romántico.
A mi entender no anda muy descabellada esta hipótesis, totalmente disociada de una idea romántica del amor. Basta recordar el poema del poeta inglés Geoffrey Chaucer :
Porque esto fue el día de San Valentín,
cuando cada ave vino aquí a elegir su pareja.
A elegir su pareja. Es decir, nada de sentimiento en la cita. Sólo reproducción. Sexo ligado a la continuidad de la especie.
Fue el Papa Gelasio I, a finales del siglo V d.C., quien decidió apropiarse de esta tradición pagana de la fertilidad. Y la cristianizó instituyendo el día del santo.
Para ello canonizó al bueno de Valentín y asunto acabado. Lo que no podía sospechar el Papa es que, con el tiempo, terminaría convirtiéndose en el patrón de los enamorados.
En fin. Estas cosas pasan, ¿pero quién fue San Valentín?
¿Quién fue San Valentín?
Pues lo cierto es que su identidad permanece en lo más oscuro de la historia. Y mucho me temo que nunca saldrá de ahí. Me explico.
Para empezar, desde el punto de vista eclesiástico, hasta el Concilio Vaticano II (1969), la Iglesia Católica reconocía nada menos que once (11) días de San Valentín.
Y en concreto, el 14 de febrero, se celebraban al menos tres: Valentín de Roma y Valentín de Terni, obispos, mártires y sepultados en diferentes lugares de la Vía Flaminia de Roma y, un tal Valentín, del que sólo se sabe que habría sido torturado y muerto en Africa.
Pero todo esto dicho con la mayor de las reservas. La propia Enciclopedia Católica afirmó que los datos que han llegado hasta nosotros, sobre estos tres supuestos mártires: "carecen de valor histórico".
Y es así porque son escasos. Están insuficientemente fundamentados y tienen fecha muy posterior al tiempo en el que se supone que vivieron. O sea que duda de sus existencias reales.
De ahí que se piense que el San Valentín que ha llegado hasta nosotros, y en cuyo nombre  enamorados del mundo entero intercambian millones de regalos, nunca existió.
Buena prueba de lo que les digo es que el propio Papa Gelasio, en el decreto papal que cristianizaba este día, explicaba que San Valentín era uno de aquellos santos "cuyos nombres son venerados por los hombres, pero cuyos actos sólo Dios los conoce".
Es decir que admitía la absoluta carencia de datos verosímiles sobre este santo. De ahí que se le considere no más que un personaje fruto de la unificación de, al menos, estos tres varones.

Y cuya historia, con el paso del tiempo, fue creciendo en la memoria popular.
Lo hizo alimentándose con todo tipo de fábulas y cuentos, hasta llegar a ser la leyenda que es hoy día. La leyenda de un santo que no tuvo existencia, por lo que tampoco tuvo identidad personal.
Y del que, sin embargo, celebramos su onomástica. Estarán en que es una paradoja ¿Cómo es eso posible?  (Continuará)

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