miércoles, 2 de septiembre de 2015

Restauración del Cristo de las Mieles: “enfermedad del bronce” (1)

Se trata de una actuación científica que ha durado unos cinco meses (5) y ha venido marcada por un notable carácter interdisciplinar, en el que destacan sobre todo estas dos disciplinas: historia y química.

Una actuación que se ha realizado en dos fases y en la que se han descubierto algunos hechos curiosos. La primera fase consistió en un análisis histórico-artístico. Un estudio previo por el que sabemos detales relevantes y reveladores.

Uno. Ya en el 2010 se advirtió del precario estado de conservación del Cristo y del montículo sobre el que se alza.

Dos. Que además se le habían realizado con anterioridad dos (2) intervenciones. Una en 1946 y otra en 1985, de las que por desgracia apenas se sabe lo que se le hizo, ya que no consta en los informes que se emitieron. Es una omisión técnica que no ha ayudado a la actual restauración.

Y tres. Pero lo que sí se ha sabido, y ha sorprendido, es que el bronce que empleó Susillo era de muy mala calidad. Algo bastante inusual en él y en las obras que realizaba por encargo.

De ahí que algunos expertos piensen que, en realidad, la realizó por cuenta propia, recuerden los agobios económicos por los que pasaba.

Es decir se trataba de una obra de autor que costeó de su propio bolsillo, probablemente para presentarla ese mismo año, en la Exposición General de Bellas Artes de Madrid.

Análisis físico-químicos
Naturalmente, dentro de esta primera fase, a parte de los histórico-artísticos, a la escultura también se le han realizado análisis físico-químicos.

Unos elementales para caracterizar el bronce, estudiar las pátinas existentes tanto las beneficiosas como las perjudiciales, eliminar otros depósitos residuales de su superficie, etcétera.

Y otros más sofisticados y exhaustivos, utilizando modernas técnicas de laboratorio como la fluorescencia de rayos X, la espectrometría infrarroja con transformada de Fourier o la difracción de rayos X, entre otras.

De sus resultados se ha podido conocer, no solo la composición química exacta de la aleación bronce empleada en la obra, sino el tipo de resina que se empleó en la reparación de las fisuras e imperfecciones de la escultura, en anteriores intervenciones.

Un conocimiento que resulta vital a la hora de decidir qué tratamiento se va a emplear en la nueva restauración. Y hasta aquí la primera fase de la restauración.

Segunda fase: limpieza y eliminación de residuos
Ha consistido primero, en la limpieza general de la escultura para pasar después, a la eliminación de aquellos depósitos residuales que propiciaban la corrosión.

En la limpieza de la suciedad, polvo, tierra, excrementos de aves y demás depósitos residuales adheridos en la superficie de la escultura, se han empleado hisopos de algodón, jabón neutro y agua desmineralizada.

Y en la eliminación de las pátinas nocivas, de color amarillo en esta aleación, se ha utilizado un tratamiento de “estabilización química”, que no solo detiene el deterioro corrosivo, sino que la protege de los agentes ambientales, gracias a la acción de una resina acrílica.

Pero ojo. No se han quitado todas las pátinas. (Continuará)














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