lunes, 31 de agosto de 2015

Transgénicos y Europa

Les hablaba en la anterior entrada del, para algunos, sorprendente e ignorante rechazo a los alimentos transgénicos, y sus más que sorprendentes e ignaros argumentos ambientales y de salud pública.

Una postura incomprensible la europea, con respecto a los transgénicos en general, que en el caso de la “manzana ártica” y la “patata innata” rozan el esperpento intelectual.

Y no lo digo yo, sino que se deduce de lo publicado por la European Plant Science Organisation (EPSO), que agrupa a unos veintiocho mil (28 000) científicos, de doscientos veinte (220) institutos de investigación pertenecientes a treinta (30) países europeos.

Trato de decirles con este aluvión de números, que no hablo por boca de ganso indocumentado. En opinión de la EPSO, manzana y patata transgénicas, representan dos innovaciones biotecnológicas de gran importancia.

Pero antes de pormenorizarles éstas, me gustaría aportarles algunos datos sobre los transgénicos en general.

Los transgénicos y el continente europeo
Como ya se puede imaginar, desde que este asunto empezó, la Unión Europea (UE) creó un organismo científico al efecto, a fin de estudiar todos y cada uno de estos nuevos productos y, tras un concienzudo estudio, aconsejar a la autoridad competente su aprobación o rechazo.

Tal organismo responde al nombre de Agencia Europea de Seguridad Alimentaria y tras sus informes, sustentándolos, hay no sólo análisis bioquímicos y nutricionales, sino también de toxicidad, alergenicidad y oncogenicidad.

Todos estos, además de los correspondientes a posibles efectos ambientales con un seguimiento mínimo de cinco (5) años) y, por supuesto, de cuantos otros se soliciten por considerarlos imprescindibles.

Un exhaustivo control en definitiva que se traduce en un retraso burocrático en las aprobaciones, a pesar de tener todos los informes científicos favorables y positivos. Retraso que llega a superar con facilidad los cinco (5) años y, en no pocas ocasiones, a alcanzar los diez (10).

Una demora que desde el punto de vista empresarial, supone en la práctica todo un bloqueo comercial.

Pero, ¿por qué este bloqueo?
Es quizás la pregunta que con buen criterio se esté haciendo, amable y paciente lector. Si como todo indica, los informes científicos y técnicos de la Agencia determinada por la UE para ello son favorables, ¿por qué ese bloqueo?

Pues en palabras (2006) del propio Comisario Europeo de Agricultura: “La autorización de nuevos organismos modificados genéticamente (OMG) en la UE se basa en criterios científicos, pero este procedimiento no se acepta políticamente…”.

¿Comprenden algo? ¿Es inocencia o malicia lo que esconden esas palabras? Les aseguro que lo ignoro. Para mí es como si hablaran en 'lingua ignota'.

Pero lo que sí sé y me queda meridianamente claro es que, para el asunto de los transgénicos, Europa is different.

Y lo es porque sus políticos han instituido un sistema de aprobación tan, tan, complejo, que termina haciendo en la práctica, prohibitiva la comercialización de un nuevo producto transgénico.

Ninguna empresa, ni privada ni pública, puede asumir el riesgo comercial de dicha tarea. Ni en lo cualitativo, por la misma reticencia a la aprobación; ni en lo cuantitativo, dado que el coste medio de cada una de ellas es de unos diez millones de euros (10 000 000 €).

Pero lo más sangrante de todo es que dicha línea de actuación no obedece a una razón de peso, es decir, científica. No. Estamos ante una especie de religión burocrática que resulta, casi, impermeable a las pruebas empíricas.

Claro que en otros países estas cosas no funcionan así.



1 comentario :

David Hernández dijo...

¿Qué significa lingua ignota? Me gusta su blog, es de ciencia pero se comprende e interesa lo que dice