Stephen Hawking y Dios (I)

De nuevo el oportunismo informativo me brinda la posibilidad de tocar un tema que, por méritos propios, ya debería haber aparecido en esta tribuna bloguera.

Me refiero a la siempre controvertida relación entre ciencia y creencia.

Razón versus fe. Un asunto delicado donde los haya.

Una vieja disputa que a lo largo de la historia, ha librado ya muchos combates y con resultado desigual. Aunque hay que reconocer que, en honor a la verdad, y desde hace ya casi cinco siglos la ciencia va ganando.

No por KO. Pero sí por puntos. Digámoslo así. La penúltima de estas peleas se libró apenas hace un mes.

Y la propició el astrofísico británico Stephen Hawking, con la publicación de su nuevo libro The grand design (El gran diseño), en el que desarrolla su idea de que Dios no creó nuestro Universo.


Una publicación que, como saben, ha generado no poco revuelo. Lo sorprendente del asunto es que Hawking no dice nada que no hubiera afirmado antes.

En concreto, en su otro y archiconocido libro Historia del tiempo (1988), uno de los diez libros clave del siglo XX.

Si acaso, en este nuevo de 2010, lo que ha hecho es introducir algunos matices. Pero nada esencial.

Stephen Hawking y ciencia

Para situarles, les recordaré que desde el punto de vista científico, y a efecto de no inducir a error (las lenguas anabolenas también existen en el mundo científico), el posicionamiento de nuestro hombre al respecto pasa por afirmar que:

1.- Él no es el autor de la teoría del Big Bang.
2.- Es incierto que no sienta una profunda admiración por la obra de Albert Einstein.
3.- Sí es cierto que no comparte con el genio su idea de un Universo infinito.
4.- Pero sí que éste esté en expansión.
5.- Que no se puede descartar la existencia de otros Universos. Tantos como granos de arena en la playa de Ipanema (lo digo porque ésa es la playa que el físico puso de ejemplo).

Desde esta perspectiva profesional, ya pueden ver, no hay ningún problema.

Todas y cada una de las citadas, son afirmaciones que suscribirían, ipso facto, la inmensa mayoría de científicos actuales.

Stephen Hawking y creencia

Otra cosa es lo que nuestro científico piensa desde el punto de vista personal. Del papel que Dios juega en el, poco claro, asunto de la creación del Universo. Sus ideas al respecto son:

1.- No niega la existencia de Dios. Se equivocan los que piensan que Stephen Hawking es ateo. Él sólo se declara agnóstico.

2.- El argumentario que emplea es simple y conocido.

Sencillamente, no se puede probar científicamente la existencia de Dios. Así como no se puede probar, también científicamente, la inexistencia de Dios.

Ergo, lo razonable para él, como científico, es prescindir de este asunto.

3.- La ciencia física descarta la intervención de Dios en la creación de nuestro Universo. Postula que podría derivar, en su big bang, de otros Universos. Una idea recurrente.

4.- En definitiva, Dios no creó nuestro Universo. Aunque tuvo que haber una causa primera.

Según sus propias palabras: “Si a esa causa primera que aún no conocemos, le quiere usted llamar Dios, me parece bien. Pero yo no voy a entrar en una cuestión que carece de interés para mí”. Creo que está bastante clara su postura.

Razones

Clara y no nueva. Por eso les decía al comienzo, que se me escapa la razón del revuelo que originó la publicación del libro. Salvo un detalle. Bueno yo lo veo así. Lo mismo no es más que una maldad por mi parte.

Pudiera ser que pudiera que no fuera una coincidencia, y que el desproporcionado revuelo haya sido motivado por la visita del Papa Benedicto XVI al Reino Unido, justo en esas mismas fechas.

Ya ven por donde voy. Las coincidencias, desde ya les digo que no existen.


Y que aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, los anticatólicos británicos, que no son pocos, hayan cogido el toro de la cosa ésta por los cuernos y querido clavar algún que otro rejón en el solideo papal.

Ya les he avisado que es sólo una idea. Pero ahí la dejo junto con las anteriores. Por si les sirven. Creo que se trata de un asunto sobre el que merece la pena reflexionar. (Continuará)