(Continuación) Barbaridad que expresada en masa, suponen unas cien mil toneladas (100 000 t) anuales de basura contaminante.
Y sólo en bolsas de plástico de las que nos regalan en el ‘súper’.
Una masa contaminante que, de no ser reciclada, y casi nadie echa las bolsas vacías en los contenedores amarillos, tardaría hasta tres siglos en degradarse.
Mucho tiempo. Demasiado en realidad.
Un suceso inaudito por improbable, a estas alturas de la navegación. Pero ahí estaban. Dos islas, aparecidas de pronto, sin más. O al menos eso parecía en la distancia.
Tras la comprobación, y las cosas nunca de cerca son lo que de lejos parecen, la desagradable verdad se impuso. Eran dos islas pero de plástico. Habían sido creadas por las corrientes marinas, que fueron formándolas con la basura acumulada de todo el mundo.
Y lo más sorprendente eran sus tamaños: 900 000 y 700 000 km2. Para que se hagan una idea, ambas son, por separado, mayores que España (500 000 km2). Y juntas forman una superficie que triplica la de nuestro país.
Les pongo este ejemplo porque, si sólo somos el tercer país europeo que más las utiliza, sin embargo somos el primer productor europeo de bolsas de plástico. Una fabricación que produce unas 440 000 t de CO2 (g) anuales. Pero esto no es todo.
Lo que unido al poco tiempo de vida útil que tienen, se calcula que ésta no llega a los doce minutos, y a lo que tardan en descomponerse, entre 150 y 300 años, hacen de ellas un producto a evitar lo más posible.
Y echando números, a no reciclar tampoco. Se estima que reciclarlas cuesta, unas 10 veces más que fabricarlas nuevas. Del orden de treinta euros por toneladas. Como para pensárselo dos veces.
Por eso las bolsas de plástico deben tener los días contados. No puede ser de otra forma.
Quién lo hubiera dicho del plástico cuando surgió en 1860 y se impuso por adaptable y barato. Nadie habría pensado entonces que su uso iba a ser radicalmente reducido apenas siglo y medio después. Entonces, ¿es el fin de una era?
Razones y motivos no faltan. Hasta cinco les traigo.
1) Asfixian a las aves. Se estima que en las costas de España, Francia e Italia hay alrededor de 2000 bolsas por kilómetro cuadrado, miles de aves afectadas por ellas y casi trescientas especies marinas que, intoxicadas, sufren mutaciones biológicas como consecuencia. (Continuará)
Y sólo en bolsas de plástico de las que nos regalan en el ‘súper’.
Una masa contaminante que, de no ser reciclada, y casi nadie echa las bolsas vacías en los contenedores amarillos, tardaría hasta tres siglos en degradarse.
Mucho tiempo. Demasiado en realidad.
Un detalle
Lo que les voy a contar a continuación, parece increíble pero es totalmente cierto. Para sorpresa de navegantes, no hace mucho se detectaron dos nuevas islas en el océano Pacífico.Un suceso inaudito por improbable, a estas alturas de la navegación. Pero ahí estaban. Dos islas, aparecidas de pronto, sin más. O al menos eso parecía en la distancia.
Tras la comprobación, y las cosas nunca de cerca son lo que de lejos parecen, la desagradable verdad se impuso. Eran dos islas pero de plástico. Habían sido creadas por las corrientes marinas, que fueron formándolas con la basura acumulada de todo el mundo.
Y lo más sorprendente eran sus tamaños: 900 000 y 700 000 km2. Para que se hagan una idea, ambas son, por separado, mayores que España (500 000 km2). Y juntas forman una superficie que triplica la de nuestro país.
Les pongo este ejemplo porque, si sólo somos el tercer país europeo que más las utiliza, sin embargo somos el primer productor europeo de bolsas de plástico. Una fabricación que produce unas 440 000 t de CO2 (g) anuales. Pero esto no es todo.
Más datos técnicos
No acaban aquí las alarmantes cifras asociadas a las bolsas de plástico del ‘súper’. En su fabricación se emplean petróleo y mucha, mucha, energía.Lo que unido al poco tiempo de vida útil que tienen, se calcula que ésta no llega a los doce minutos, y a lo que tardan en descomponerse, entre 150 y 300 años, hacen de ellas un producto a evitar lo más posible.
Y echando números, a no reciclar tampoco. Se estima que reciclarlas cuesta, unas 10 veces más que fabricarlas nuevas. Del orden de treinta euros por toneladas. Como para pensárselo dos veces.
Por eso las bolsas de plástico deben tener los días contados. No puede ser de otra forma.
Quién lo hubiera dicho del plástico cuando surgió en 1860 y se impuso por adaptable y barato. Nadie habría pensado entonces que su uso iba a ser radicalmente reducido apenas siglo y medio después. Entonces, ¿es el fin de una era?
Razones de distinta índole
No sé si será el fin de una era. No diría yo tanto. Pero casi seguro que es el principio de ese fin.Razones y motivos no faltan. Hasta cinco les traigo.
1) Asfixian a las aves. Se estima que en las costas de España, Francia e Italia hay alrededor de 2000 bolsas por kilómetro cuadrado, miles de aves afectadas por ellas y casi trescientas especies marinas que, intoxicadas, sufren mutaciones biológicas como consecuencia. (Continuará)
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