Es una anciana keniana. Humanidad sencilla y pura.
Con un rostro así no se necesita más. Claro que para eso hay que saber envejecer, una de las cosas más difíciles del dificilísimo arte de la vida. Sin duda, saber envejecer es la obra maestra de la vida.
Y con la vejez, la mirada. La mirada que da la aristocracia de la vejez. El retrato es de Caroline Halley.
Con un rostro así no se necesita más. Claro que para eso hay que saber envejecer, una de las cosas más difíciles del dificilísimo arte de la vida. Sin duda, saber envejecer es la obra maestra de la vida.
Y con la vejez, la mirada. La mirada que da la aristocracia de la vejez. El retrato es de Caroline Halley.
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