El matemático inglés John Wallis, fue uno de los pocos amigos que tuvo el genial, huraño y excéntrico Isaac Newton en toda su vida.
Según cuenta en su diario, Newton, le gastó una broma contándole una supuesta proeza de su querido perro, ‘Diamond’. Más o menos sucedió así:
“Estando en casa de Newton, una tarde me dijo:
- Mi perro Diamond sabe mucha matemática. Hoy mismo me ha demostrado dos teoremas, justo antes de almorzar.
- Tu perro deber ser un genio- le respondí algo escamado ante semejante afirmación. A lo que Isaac me respondió:
- No creas, he exagerado un poco. En realidad el primer teorema tenía un error y el segundo una excepción patológica. Y aquí acabó la conversación”.
Era, claro, una sarcástica marcha atrás de la broma perruna, por parte del físico. Un hombre poco dado, por otra parte, a dar explicaciones sobre casi nada.
‘Diamond’, un perro listísimo según él, pero que no dejaba de ser un perro. Lo digo porque, en cierta ocasión, Newton dejó por descuido una vela encendida sobre su mesa de trabajo. Durante su ausencia, el perro la tiró al suelo, iniciando un incendio que destruyó gran cantidad de manuscritos y notas del científico.
Una desgracia para la ciencia ya que fueron insustituibles.
Algunos cronistas cuentan que, a pesar de todo, éste se limitó a decir: “¡Ah, Diamond, Diamond, nunca sabrás el daño que me has hecho”. Otros, por contra, piensan que la pérdida de sus notas manuscritas, fueron la causa de su gran depresión nerviosa de 1692.
Durante dos años, Newton, padeció una permanente crisis nerviosa, acompañada de prolongados insomnios y un estado de irritación continua. Un desastre intelectual irreparable. En todos los sentidos.
Según cuenta en su diario, Newton, le gastó una broma contándole una supuesta proeza de su querido perro, ‘Diamond’. Más o menos sucedió así:
“Estando en casa de Newton, una tarde me dijo:
- Mi perro Diamond sabe mucha matemática. Hoy mismo me ha demostrado dos teoremas, justo antes de almorzar.
- Tu perro deber ser un genio- le respondí algo escamado ante semejante afirmación. A lo que Isaac me respondió:
- No creas, he exagerado un poco. En realidad el primer teorema tenía un error y el segundo una excepción patológica. Y aquí acabó la conversación”.
Era, claro, una sarcástica marcha atrás de la broma perruna, por parte del físico. Un hombre poco dado, por otra parte, a dar explicaciones sobre casi nada.
‘Diamond’, un perro listísimo según él, pero que no dejaba de ser un perro. Lo digo porque, en cierta ocasión, Newton dejó por descuido una vela encendida sobre su mesa de trabajo. Durante su ausencia, el perro la tiró al suelo, iniciando un incendio que destruyó gran cantidad de manuscritos y notas del científico.
Una desgracia para la ciencia ya que fueron insustituibles.
Algunos cronistas cuentan que, a pesar de todo, éste se limitó a decir: “¡Ah, Diamond, Diamond, nunca sabrás el daño que me has hecho”. Otros, por contra, piensan que la pérdida de sus notas manuscritas, fueron la causa de su gran depresión nerviosa de 1692.
Durante dos años, Newton, padeció una permanente crisis nerviosa, acompañada de prolongados insomnios y un estado de irritación continua. Un desastre intelectual irreparable. En todos los sentidos.
2 comentarios :
Me ha gustado la nota pero no resuelve la pregunta de mi encuesta en la que debo responder cual es la raza del perro de newton, por lo demás la anécdota fue muy interesante, gracias.
Porque te llamas anonimo?
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