sábado, 13 de noviembre de 2010

Marie le Jars de Gournay (1565-1645)

Hija de una acomodada familia de origen noble, la formación de Marie fue como la de otras mujeres de su status social: de forma autodidacta y a escondida de sus padres.

A los dieciocho años descubrió los ‘Essais’ de Montaigne, de quien se hizo una ferviente seguidora. Tanto es así que, tras el fallecimiento de éste, fue la editora de su obra conjuntamente con su viuda.

Conocida y reconocida teórica feminista escribió dos libros. En uno de ellos, ‘Égalité des hommes et des femmes’, de 1622, afirma que la mente de la mujer no era por naturaleza inferior a la del hombre.

Algo que puede parecer normal en nuestros días, pero que era lo que sostenían las teorías imperantes hasta entonces y realizadas, claro, por hombres. Si Aristóteles hubiera levantado la cabeza…

Iniciada en la alquimia por Jean d´Espagnet, el inventor de los polvos de talco, estaba familiarizada con distintas sustancias descubiertas por los alquimistas en el siglo XIII.

Entre otras ácidos minerales como nítrico, HNO3 (dis); sulfúrico, H2SO4 (dis) y clorhídrico, HCl (dis).

Distintas sales como vitriolos, alumbres y cloruros de sodio, NaCl (s) y amonio, NH4Cl(s).

Y diferentes metales como oro, Au (s); cobre, Cu (s); plomo, Pb (s); hierro, Fe (s); estaño, Sn (s) y mercurio, Hg (l).

Su biografía deja claro que realizaba este trabajo como una "investigación intelectual". Es evidente que intentaba defenderse de las, más que probables, acusaciones que iba a recibir de bruja y alquimista, por parte de los hombres.

Algo frecuente en aquella época sobre mujeres, tan poco “normales”, como ella. Y es que la alquimia ya no era lo que fue, y no gozaba de buena reputación. Recuerden lo que les conté hace unas semanas de la desgraciada y luctuosa experiencia de la baronesa Martine de Beausoleil.

Marie participó en varios salones literarios de la época, donde por cierto no era bien recibida. Se la acusaba de bruja, alquimista, plagiadora de Montaigne y sobre todo de que era... ¡soltera! Como lo oyen.

Por lo que se ve, no había peor insulto que ése. Pero hay que comprenderlo, eran otros tiempos.

Hoy sin embargo, basta con mencionar los “pajineros” morritos de la primera que le venga a uno la cara para insultar. Un signo de los tiempos.

Pero como estamos en un blog de divulgación científica, no me gustaría despedirme de ustedes sin hacer unas referencias científicas más.

En concreto dos, relacionadas con sendos términos cargados de pleno significado químico y citados más arriba.

Me refiero a los de vitriolo y alumbre.

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