domingo, 23 de febrero de 2014

FLEMING en La Marina (y 2)


(Continuación)Y que tratada a tiempo tiene una cura sencilla y que no deja secuelas.

Pero que de no ser así, no sólo aumenta el riesgo de contraer otras enfermedades de transmisión sexual, sino que puede llegar a ocasionar ulceraciones en la piel, problemas circulatorios, ceguera, parálisis, demencia, trastornos neurológicos e, incluso, la muerte.

No, no era un asunto menor el de las enfermedades de transmisión sexual.

De ahí que la sustancial mejora que trajo la penicilina, todos los profesionales dedicados a este sufrido a la vez que placentero mundo, no dudaron en reconocer.

Y en este “momento reconocimiento” es cuando aparece la figura de Fleming.

Fleming mirando a Triana y oliendo a incienso
Resulta que, aunque parezca contradictorio, no era infrecuente que en distintos rincones de estos habitáculos, como aparadores y hornacinas, estuvieran expuestos pequeñas estatuas de San Judas, San Pancracio o el Cristo Pobre.

A veces acompañadas de un pequeño florero con jazmines o perejil, que de todos es sabido que traen buena suerte.

También, por lo general, en la sala principal de estos prostíbulos, y en la mejor de las paredes estaba colgada una fotografía enmarcada en dorado de un Sagrado Corazón de Jesús.

Era el caso de nuestro establecimiento La Marina, que lo tenía mirando a Triana y que no dudaron en sustituir por la de Sir Alexander Fleming, que así quedó con la vista trianera de la antigua Universidad de Mareantes.

Una auténtica escuela de marinos que en la calle Betis existió, frente al puerto de Sevilla.

Y leo que hasta le encendían velitas, candelitas e incienso cada día, venerando al gran benefactor de la humanidad en general y suyo en particular como si fuera un santo.

Claro que a los primeros síntomas venéreos se metían por el cuerpo su dosis de antibiótico. Ya saben a Dios rezando,...

Hoy día, en los actuales “sitios con lucecitas”, ya no se ve colgada una fotografía de Fleming, ni de él ni de cualquier otro científico.

Tampoco, por otro lado, parece que haya mucha gente que rece a ciertos santos.

Ni prostitutas, ni no prostitutas. Un signo de los tiempos quizás. Quizás por eso las enfermedades de transmisión sexual sigan de rabiosa actualidad.

Claro que como ya no está claro si el infierno es sólo un lugar mental (Juan Pablo II, dixit) o físico (Benedicto XVI, dixit), la gente pues como que se asusta menos.

Otra cosa es tener que ir al hospital o a un departamento de la Facultad de Medicina.

1 comentario :

un seguidor dijo...

Ya no escribe tanto de temas de Física como los agujeros negros,el bigbang, etc.