jueves, 26 de septiembre de 2013

Alcohol y organismo (y 3)


(Continuación) De ahí la paradójica máxima del, también, astrólogo Paracelso: “Nada es veneno, todo es veneno La diferencia está en la dosis”. Para él, el hombre es un conjunto de sustancias químicas y hacen falta, por tanto, medicamentos químicos para combatir la enfermedad. Bien.

Pero ¡ojo!, con medida. Pues todo depende de la dosis aplicada.

Sólo la dosis hace de algo un veneno. El poeta sevillano nos lo dice también, unos siglos después: “...todo es cuestión de medida: un poco más, algo de menos”.


Addenda
Sólo tres para no cansarles.

Una. Al hablarles de las acepciones del término venenum, les nombraba veneno y tóxico. Dando a entender con la conjunción copulativa “y”, que son dos conceptos diferenciados que se suman y no se excluyen.

Para esta ocasión, baste con decir que la diferencia entre tóxico y veneno radica en la intencionalidad con la que se usa. De forma accidental para el caso del tóxico y de forma intencionada para el de veneno.

Dos. Con relación a la dosis, rematar con el dato cuantitativo de lo que se considera que es una dosis letal alcohólica: doscientos cincuenta gramos (250 g). Lo equivalente a ingerir, aproximadamente, una botella de whisky en menos de una hora (1 h).

Lo que es, a mi ignorante entender, bastante ingerir.

Lo digo porque, si bien lo de la cantidad ingerida (una botella) no es, por desgracia, una medida infrecuente, lo del tiempo (una hora), afortunadamente, sí lo es.

No son pocas las personas capaces de beberse una botella entera de whisky, pero lo cierto es que, la gran mayoría de ellas, necesitan de toda una noche para apurar hasta el último trago. Por ahí se salvan.

Pero recuerde que con coche o sin él, el alcohol termina matando.

Tres. No dejan de llegarme correos electrónicos, noticias y comentarios, algunos con preguntas médicas, relacionadas con el alcohol y la salud.

No es ésa mi especialidad científica, de modo que lamento decirles que no les puedo contestar.

Sin embargo otros correos son más genéricos, por lo que me atrevo a aportarles algo de información. Ahí van un par de ellos:

¿Es cierto que si bebemos alcohol con azúcar nos emborrachamos más?
No, es falso. Hasta donde se sabe, el azúcar no altera en absoluto el metabolismo del alcohol. Esta leyenda no tiene ninguna base científica

¿Si nos tomamos una bebida alcohólica con una pajita, nos afecta más?
No, no hay ninguna razón bioquímica para que sea así. Sólo se me ocurre que esto sea posible, por la rapidez con la que bebemos.

Probablemente, succionando con una pajita, ingiramos la bebida de forma más rápida que si lo hacemos sorbo a sorbo, de manera que los efectos del alcohol lo apreciemos antes.

Luego no nos afecta más sino antes.

A punto de editar esta entrada me llega otra cuestión de lo más curiosa:

¿Es lo mismo la bebida fermentada que la destilada? ¿Causan el mismo efecto?




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