La figura que les muestro forma parte del cuadro creado por Isia Leviant en 1981 y conocido como Enigma. Si la observa durante unos segundos comprobará que las líneas parecerán tomar vida propia y que los círculos se muevan, produciéndole una extraña sensación de vértigo.
Hasta no hace mucho se creía que era una ilusión óptica creada por el cerebro, aunque no pocos científicos pensaban que el causante del psicodélico baile podían ser los ojos. Y entre ellos el equipo que dirige la neurocientífica gallega Susana Martínez-Conde, en el Instituto Neurológico Barrow de Phoenix (Arizona).
Para demostrar su hipótesis se han basado en lo que se conoce como microsacadas, unos pequeños movimientos oculares involuntarios que realizamos siempre que fijamos la vista en una figura como ésta.
En su experimento utilizaron a tres personas voluntarias que debían mirar atentamente la figura, mientras varias cámaras registraban la posición de sus ojos, a una velocidad de 500 tomas cada segundo. Tenían indicaciones de pulsar un botón cuando notaran que la vibración cesaba y de soltarlo cuando se acentuara.
La interpretación de los datos no dejó lugar a dudas. El ritmo de las pulsaciones sobre el botón era directamente proporcional al ritmo de las microsacadas. Cuando éste aumentaba, el ilusorio movimiento se aceleraba y empezaba a ralentizarse cuando aquél disminuía. Voilà!
Y todo ello sin que, al parecer, influyera en nada la actividad mental del momento. De modo que 1-0 para los ojos, por ahora. Ya veremos en lo que queda este enigma de Enigma.
Por cierto. Ignoro si el nombre del cuadro de Leviant tiene algo que ver con el de la máquina homónima relacionada con la historia profesional de Alan Turing. Ya me avisarán de lo que averigüen.
Hasta no hace mucho se creía que era una ilusión óptica creada por el cerebro, aunque no pocos científicos pensaban que el causante del psicodélico baile podían ser los ojos. Y entre ellos el equipo que dirige la neurocientífica gallega Susana Martínez-Conde, en el Instituto Neurológico Barrow de Phoenix (Arizona).
Para demostrar su hipótesis se han basado en lo que se conoce como microsacadas, unos pequeños movimientos oculares involuntarios que realizamos siempre que fijamos la vista en una figura como ésta.
En su experimento utilizaron a tres personas voluntarias que debían mirar atentamente la figura, mientras varias cámaras registraban la posición de sus ojos, a una velocidad de 500 tomas cada segundo. Tenían indicaciones de pulsar un botón cuando notaran que la vibración cesaba y de soltarlo cuando se acentuara.
La interpretación de los datos no dejó lugar a dudas. El ritmo de las pulsaciones sobre el botón era directamente proporcional al ritmo de las microsacadas. Cuando éste aumentaba, el ilusorio movimiento se aceleraba y empezaba a ralentizarse cuando aquél disminuía. Voilà!
Y todo ello sin que, al parecer, influyera en nada la actividad mental del momento. De modo que 1-0 para los ojos, por ahora. Ya veremos en lo que queda este enigma de Enigma.
Por cierto. Ignoro si el nombre del cuadro de Leviant tiene algo que ver con el de la máquina homónima relacionada con la historia profesional de Alan Turing. Ya me avisarán de lo que averigüen.
1 comentario :
yo creo que no tiene nada que ver pero tampoco estoy seguro
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