Como ocurre con todas las preguntas, la respuesta depende de lo que queramos decir con lo que decimos.
Si nos movemos en el campo literario y dentro de la ficción, lo cierto es que no faltan referencias.
Es probable que la primera cita conocida, sobre un satélite artificial en órbita alrededor de la Tierra, sea la que aparece en el cuento The Brick Moony (La luna de ladrillos) de Edward Everett Hale, de 1869.
Con posterioridad, la idea reaparece diez años después en la novela Los quinientos millones de la Begun escrita por Julio Verne, de 1879.
En ella se enuncia, con cierto fundamento científico, la idea de que si se lanzara una nave por encima de la atmósfera y a una velocidad adecuada, ésta giraría indefinidamente a nuestro alrededor.
Sin embargo, dentro de la literatura pero ya sin ficción, es decir, con auténtico fundamento científico, la idea había surgido mucho antes. Nada menos que en pleno siglo XVII.
Vino de la mano del gran Isaac Newton en su extraordinario libro de 1687, Philosophiæ Naturalis Principia Mathematica (Principios matemáticos de la Filosofía natural).
Un trabajo teórico el newtoniano, que desarrollarían e intentarían llevar al terreno de la práctica con suerte desigual, otros científicos en siglos venideros.
Sin intención de agotar el tema, me centraré en tan sólo tres de estos padres coheteros-espaciales, que diríamos.
A saber, y por riguroso orden cronológico de nacimiento, están.
A modo de anécdota destacar que este científico ruso, nació casi cien años exactos antes del lanzamiento del primer satélite artificial que él mismo predijo.
Nacido en setiembre de 1857, el satélite se lanzó en octubre de 1957, como le pude contar en otra entrada.
Por supuesto que esta coincidencia no es más que una simple casualidad calendaria. Nada de fenómeno paranormal.
Buena prueba de que no había nada de paranormal es que, Tsiolkovssi, llegó a calcular que la velocidad orbital requerida, para una órbita mínima alrededor de la Tierra, es de unos 8 km/s.
Y que se necesitaría un cohete de varias etapas que utilizase oxígeno líquido, O2(l) e hidrógeno líquido, H2(l) como combustible.
Un importante y acertado salto teórico, éste del ruso. Tanto desde el punto de vista cualitativo como cuantitativo.
También comprobó que los cohetes funcionan en el vacío, lo que demostraba de forma práctica que éste sería el único medio de ir al espacio. Mediante cohetes impulsores.
Quizás porque su trabajo en este campo fue demasiado revolucionario, a menudo Goddard, fue ridiculizado por sus teorías. Esto ocurre a veces.
Sobre todo cuando lo que se sabe, va muy por delante del tiempo que toca vivir. Es lo que tiene.
El caso es que en vida, recibió pocos o ningún reconocimiento a su trabajo. Si bien, con el tiempo, sería reconocido como uno de los padres de los cohetes espaciales.
Como dijo el sabio: “A buenas horas, mangas verdes”.
De hecho su obra cumbre Wege zur raumschiffahrt (La ruta de la navegación en el espacio), de 1929, está considerada como la biblia de la astronáutica científica.
Muchas de sus fórmulas serían utilizadas después por Wernher von Braun, en el diseño y realización de las famosas bombas volantes V2, con las que el ejército alemán atacaría Londres durante la Segunda Guerra Mundial.
Sin lugar a duda, las V2 fueron los primeros cohetes que abrieron las puertas a la conquista del espacio.
El primer lanzamiento con éxito de una de estas bombas, tuvo lugar el 4 de octubre de 1942, en el mar Báltico.
Y ocurrió 15 años antes del Sputnik I, ya citado.
Si nos movemos en el campo literario y dentro de la ficción, lo cierto es que no faltan referencias.
Es probable que la primera cita conocida, sobre un satélite artificial en órbita alrededor de la Tierra, sea la que aparece en el cuento The Brick Moony (La luna de ladrillos) de Edward Everett Hale, de 1869.
Con posterioridad, la idea reaparece diez años después en la novela Los quinientos millones de la Begun escrita por Julio Verne, de 1879.
En ella se enuncia, con cierto fundamento científico, la idea de que si se lanzara una nave por encima de la atmósfera y a una velocidad adecuada, ésta giraría indefinidamente a nuestro alrededor.
Sin embargo, dentro de la literatura pero ya sin ficción, es decir, con auténtico fundamento científico, la idea había surgido mucho antes. Nada menos que en pleno siglo XVII.
Vino de la mano del gran Isaac Newton en su extraordinario libro de 1687, Philosophiæ Naturalis Principia Mathematica (Principios matemáticos de la Filosofía natural).
Un trabajo teórico el newtoniano, que desarrollarían e intentarían llevar al terreno de la práctica con suerte desigual, otros científicos en siglos venideros.
Sin intención de agotar el tema, me centraré en tan sólo tres de estos padres coheteros-espaciales, que diríamos.
A saber, y por riguroso orden cronológico de nacimiento, están.
Konstantín Tsiolkovski (1857-1935)
Quien en 1903 publicó La exploración del espacio cósmico por medio de los motores…. Se trata del primer tratado científico sobre el uso de cohetes para lanzar naves espaciales.A modo de anécdota destacar que este científico ruso, nació casi cien años exactos antes del lanzamiento del primer satélite artificial que él mismo predijo.
Nacido en setiembre de 1857, el satélite se lanzó en octubre de 1957, como le pude contar en otra entrada.
Por supuesto que esta coincidencia no es más que una simple casualidad calendaria. Nada de fenómeno paranormal.
Buena prueba de que no había nada de paranormal es que, Tsiolkovssi, llegó a calcular que la velocidad orbital requerida, para una órbita mínima alrededor de la Tierra, es de unos 8 km/s.
Y que se necesitaría un cohete de varias etapas que utilizase oxígeno líquido, O2(l) e hidrógeno líquido, H2(l) como combustible.
Un importante y acertado salto teórico, éste del ruso. Tanto desde el punto de vista cualitativo como cuantitativo.
Robert H. Goddard, (1882-1945)
El segundo de nuestros padres espaciales. Este estadounidense fue otro investigador experimental que, en marzo de 1926, lanzó el primer cohete de combustible líquido, diseñado y construido por él mismo.También comprobó que los cohetes funcionan en el vacío, lo que demostraba de forma práctica que éste sería el único medio de ir al espacio. Mediante cohetes impulsores.
Quizás porque su trabajo en este campo fue demasiado revolucionario, a menudo Goddard, fue ridiculizado por sus teorías. Esto ocurre a veces.
Sobre todo cuando lo que se sabe, va muy por delante del tiempo que toca vivir. Es lo que tiene.
El caso es que en vida, recibió pocos o ningún reconocimiento a su trabajo. Si bien, con el tiempo, sería reconocido como uno de los padres de los cohetes espaciales.
Como dijo el sabio: “A buenas horas, mangas verdes”.
Hermann Oberth (1894-1989)
Sin embargo, la mayoría de los desarrollos teóricos y ecuaciones que permiten diseñar los motores cohete actuales, se las debemos a este alemán.De hecho su obra cumbre Wege zur raumschiffahrt (La ruta de la navegación en el espacio), de 1929, está considerada como la biblia de la astronáutica científica.
Muchas de sus fórmulas serían utilizadas después por Wernher von Braun, en el diseño y realización de las famosas bombas volantes V2, con las que el ejército alemán atacaría Londres durante la Segunda Guerra Mundial.
Sin lugar a duda, las V2 fueron los primeros cohetes que abrieron las puertas a la conquista del espacio.
El primer lanzamiento con éxito de una de estas bombas, tuvo lugar el 4 de octubre de 1942, en el mar Báltico.
Y ocurrió 15 años antes del Sputnik I, ya citado.
1 comentario :
¿Qué significa a buenas horas mangas verdes?
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