miércoles, 20 de agosto de 2025

Afelio y verano. Inclinación [CR-322]

Esta entrada apareció publicada el 18 de julio de 2025, en el semanario Viva Rota, donde también la pueden leer]

(Continuación) Una ley kepleriana de las áreas de la que recordamos su enunciado, “la línea imaginaria que conecta a un planeta con el Sol (radio vector) barre áreas iguales en tiempos iguales”, y destacamos el hecho de ser un magnífico ejemplo de cómo la mecánica celeste condiciona ritmos fundamentales en la vida del planeta.

Pero ya ve que no es la distancia solar ni por supuesto el afelio, la causa de los apreciables cambios estacionales, y sí la inclinación del eje terrestre; lo es dado que nuestro planeta gira sobre su propio eje con un ángulo de 23,5 º, lo que implica que diferentes partes del mismo reciban más (o menos) luz solar según la época del año.

Y así, en julio, el hemisferio norte, desde donde escribo, está inclinado hacia el astro, lo que trae días más largos y ángulos solares más altos que generan una luz solar más directa, produciendo el sofocante calor veraniego a pesar de estar más alejado que en cualquier otro momento del año.

Por ejemplificarle este cambio energético debido a la inclinación terrestre, para ciudades que se encuentren alrededor de los 40 º de latitud norte -como son los casos de las españolas Castellón de la Plana o la isla de Menorca, y de las internacionales Nueva York en Estados Unidos o zonas de Asia como Pekín-, la energía solar que llega a la superficie del planeta pasa de ser de unos 145 W/m2 en invierno a 430 en verano.

Echando cuentas hablamos de una diferencia de casi el 300 %, ojo al dato pues si bien es cierto que ahora la Tierra está recibiendo menos energía solar por estar próxima al afelio en su traslación, dicha disminución energética es cuantitativamente despreciable comparada con el aumento que experimenta debido a su inclinación en la rotación.

Un factor físico más influyente en nuestros patrones estacionales, de modo que unos pocos grados de inclinación pueden más que unos cuantos millones de kilómetros de distancia extra, como dice mi poeta de cabecera, “Todo es cuestión de medida: un poco más, algo menos...”.

A resulta de lo apuntado, no es qué tan cerca estamos del Sol lo que hace que el verano sea “caluroso”, sino cómo de inclinados estamos hacia él pues, según ésta, así será la energía recibida. Por ir acabando le recuerdo que lo dicho se refiere al hemisferio norte donde entramos en el estío hace unas semanas, a la vez en el hemisferio sur entraron en el invierno y están pasando frío.

De ahí mi advertencia astronómica referida a no denominar a los solsticios de verano y de invierno, sino de junio y diciembre y que ya cada uno le adjudique la estación correspondiente según el hemisferio donde viva. Sí, mucho mejor. (Continuará)

[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.

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