(Continuación) ¿María Isabel no estaba ya en la playa, con el mar bañándole la piel? ¿Cómo es que le dice ahora, él a ella, que vayan a la playa, si ya están ahí? O una cosa o la otra. Pero no las dos.
O sí. A lo mejor las dos. Porque, aunque no lo parezca, es posible no haya ninguna paradoja espacio-temporal.
Sencillamente, desde el punto de vista de la ciencia-ficción, el estribillo es un flashback. Como lo está leyendo.
Lo mismo que desde el presente de 1969, viajamos al futuro y vimos a María Isabel chapoteando en pleno verano en la playa desierta. Pues desde ese mismo futuro, ahora, viajamos al pasado, aun estando en el futuro. Y vivimos, auditivamente al menos, la escena en la que se explica, cómo los dos tortolitos fueron a parar allí.
Por lo que se ve, bueno se oye, fue él quien la animó (“Coge tu sombrero y póntelo, vamos a la playa, calienta el sol”). Es de suponer que ya empezaba a estar un poco harto, de permanecer en la gruta en la que se habían ocultado, huyendo de los perversos gorilas que los perseguían. Y quería algo de marcha.
Como pueden ahora comprender, con el verso de marra, pasado y futuro cohabitan en el presente de la canción. Y es que ya les advertí, la canción es “purita” ciencia-ficción. De la buena. Y Los Payos unos monstruos componiendo ciencia-ficción. Por eso están hoy en enroquedeciencia.
Ya de la que va les diré que hay una razón más, la cuarta y también científica, por la que esta canción debe estar en este foro de divulgación. En particular de la ciencia de la sexualidad. Un tema intelectual que me atrae. Qué quieren que les diga.
Yo en esto estoy con Woody Allen, cuando dice que el cerebro es su segundo órgano favorito. Debe ser cosa de la edad. Casi seguro. Pero bueno, vamos a lo que estamos.
María Isabel y la sexualidad
Lo he dejado para el final, porque es el momento culminante de la canción. El que todo el mundo recuerda y tararea. La onomatopeya con la que se alude al acto sexual. Y además es muy fácil de captar.No hace falta ser una Lorena Berdún, para darse cuenta de que Chiribiribí pom pom pom pom, no es más que una onomatopeya para aludir al acto sexual.
¡No me digan que no es bueno! No creo que haya una forma más explícita de expresar, a la vez que musical y editorialmente radiable, una cópula. Un ayuntamiento carnal en medio de una playa desierta en pleno verano de 1969.
Un cifra que, ahora que lo pienso, también se las trae con toda su simbología de carga erótica. Y además en pleno franquismo. Buenos eran aquellos tiempos para estos asuntos del sexo.
Ni que decirles que si los censores franquistas se hubieran dado cuenta de los que les estoy contando, no sólo no la habrían permitido sino que sus autores habrían acabado con sus huesos en los calabozos de cualquier comisaría.
Un tanto más a favor de la intelectualidad de los Payos.
Volviendo a la canción, Chiribiribí pom pom pom pom, no es sólo una onomatopeya del acto sexual. No. Es más. Es un prodigio de onomatopeya sexual. A poco que lo piense caerá en la cuenta.
Condensa en un único verso las dos partes del coito. A saber. El juego preliminar, chiribiribi, y la penetración posterior, pom pom pom pom. Y todo dicho en unos tiempos que, para esto del sexo, créanme, pintaban bastos.
Bueno era Don Francisco en lo tocante al sexto mandamiento. Como para echarle guindas al pavo. Otra canción que, por cierto, también suyo. Sucede que ...
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