martes, 3 de marzo de 2009

Hablemos del amor

¿Le ha pasado alguna vez que, nada más ver a una persona, sintió un extraño cosquilleo en el estómago? ¿Incluso se ruborizó cuando ésta le miró a los ojos? Y no me diga que además, mientras le  hablaba, le entró un sofocante sofoco ha recorrido todo su cuerpo ¿Sí?

Pues si es así, y también sintió palpitaciones y sus manos se pusieron a sudar como nunca, entonces no hay duda alguna.

Es seguro que la flecha de Cupido le alcanzó y que el amor llamó a la puerta de su corazón.

Usted no sólo conoció sino qué, lo que es más importante, reconoció en esa persona, a su media naranja. Lo llaman amor.

O al menos esto es lo que, hasta la saciedad, los poetas han cantado siempre. Esa ansiedad ansiosa, ese calor abrasador, ese frío escalofrío, son inequívocos signos para ellos.

No en vano el amor ha sido siempre un tema muy, muy, literario. De hecho, no creo que quede nada por decir sobre él.Al menos desde el punto de vista de la literatura.

Otro cantar es lo que pueda decirse desde el punto de vista de la ciencia. Que, al fin y al cabo, es el tipo de conocimiento que nos trae a este blog. Y créanme. Es mucho lo que tiene que decir la ciencia en este tema.

Y digo decir porque en ciencia, como en el amor, cuanto más se habla menos se dice. Ya conocen la máxima: "Cuando menos es más".

Amor sinónimo de enfermedad
Aun a costa de quitarle romanticismo, lo cierto es que el poético sentimiento de estar enamorado también es algo físico, psicológico, químico y bioquímico o sea, científico. Lo siento pero es así. Por lo que sabemos, el amor es algo muy distinto a una emoción.

Recientes estudios neurobiológicos hacen pensar que el amor, el amor romántico, no es ni siquiera una emoción. Tan sólo llega a ser un impulso. O sea, una necesidad fisiológica del ser humano. Otra más.

Incluso se puede llegar más lejos en las conclusiones científicas. El enamoramiento es como una enfermedad psiquiátrica. Una especie de trastorno psicótico transitorio que afecta a los enamorados.

Sí. Lo sé. Suena fuerte lo que digo.Y no. No piense que esto que le digo es un brindis al sol.

Recientes investigaciones realizadas mediante resonancia magnética, nos muestran imágenes escaneadas de la actividad cerebral cuando se está enamorado.

Y oiga esto. Sorprende lo que se ve. Las zonas que se activan en el cerebro durante el enamoramiento son las mismas y se parecen, inquietantemente, al de muchas psicosis. Lo que lee. Las mismas.

Ya se lo dije. Los síntomas del amor son comparables a los de una enfermedad.

De modo que las pupilas dilatadas, el calor en el pecho, la sangre acumulada en sitios tan sexys como mejilla, labios, pene o vagina, los escalofríos, el pulso acelerado, etcétera.

En fin, todas esas sensaciones tan propias del amor, y que usted pensaba que las producía su loco corazón enamorado. Pues nada. Que no es él quién las produce.

Ahora resulta que no son más que los efectos de determinadas sustancias químicas en nuestro organismo. Lo siento. Pero es así. Es lo que tiene la ciencia.

Que rompe todo el romanticismo. Y lo rompe aunque hay quien no piensa lo mismo. Como el gran Francisco de Quevedo cuando escribe 'El amor es fe y no ciencia'. Se equivocaba el poeta.

Y acabo con una pregunta, ¿por qué nos enamoramos de una determinada persona y no de otra?

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