¿Cómo actúa la ciencia cuando tiene conocimiento de esta leyenda del 10%? ¿Qué dice al respecto? ¿Cuál es su comportamiento ante ella?
Sobre este, supuestamente, bajo porcentaje de uso de nuestra capacidad cerebral, la ciencia se plantea, ni más ni menos, lo mismo que ya hemos comentado muchas veces en este negro sobre blanco bloguero sobre otras supuestas verdades.
Cuando se realiza un descubrimiento o se hace una afirmación tan fantástica como la que nos trae, la ciencia tiene una “mala costumbre”.
La de preguntar quién lo ha demostrado y de qué manera lo ha hecho para que así, cualquiera con los medios adecuados, pueda comprobarlo cuantas veces considere oportuno, necesario y suficiente.
Resulta que una de las características del conocimiento en ciencias es el de la reproducibilidad, uno de los principios esenciales del método científico, referente a la capacidad que tenga una afirmación o experimento de ser comprobada o reproducido.
Y aquí empiezan los problemas para el mito.
Porque no es lo ya apuntado. A saber, que no existe ningún dato que indique que solo utilizamos el 10 % de nuestro cerebro. Vamos un poco más allá.
Resulta que no queda claro qué es lo quiere decir exactamente el mito.
¿El mito quiere decir que...:
... únicamente usamos una neurona de cada diez? ... existe un 90% de zonas inactivas en el cerebro, esperando a que un chispazo las ponga en funcionamiento?
... procesamos información a un ritmo mucho menor al que podríamos hacerlo?
... en un momento concreto tan solo usamos una parte del potencial del cerebro ya que muchas neuronas solo funcionan ocasionalmente?
Lo digo por un par de razones.
La primera teórica. Cada una de estas posibilidades puede tener un significado bien distinto, desde el punto de vista de la ciencia; aunque, eso sí, todas sean una tontería. Esta peculiaridad la comparten.
La segunda empírica. Nada de esto se observa cuando los neurólogos analizan la actividad cerebral en sus laboratorios. Es el valor de la prueba.
Esto lo sabemos desde que empezamos a medir dicha actividad, producida por las células del cerebro al comunicarse entre sí, generando pequeñas señales eléctricas o impulsos.
Este examen se conoce como electroencefalogramas. Es probable que les suenen.
Pruebas y ensayos clínicos sobre el cerebro
La electroencefalografía (EEG) en humanos -que comenzó en 1920, así que casi un siglo la contempla-, muestra que cuando se mide la actividad cerebral, todas las zonas funcionan sin excepción siempre. Incluso cuando dormimos el cerebro es un órgano que no para pues, hasta para realizar esta en apariencia “inactiva” función del dormir, está funcionando casi el cien por cien (100 %) del cerebro.
Las imágenes cerebrales obtenidas muestran cómo, más del sesenta por ciento (60 %) de nuestro cerebro está activo durante la fase del sueño que conocemos como MOR (Movimiento Ocular Rápido) o fase REM, por las siglas de su nombre en inglés (Rapid eye movement).
Como es probable que sepa, estas expresiones hacen referencia a una fase del sueño, en la que se presenta la mayor frecuencia e intensidad de las llamadas ensoñaciones.
En ella los ojos se mueven de forma muy rápida y la actividad de las neuronas del cerebro es muy parecida a cuando estamos despiertos.
Es, para entendernos, como el rayo que no cesa del poeta de Orihuela.
¿No cesará este rayo que me habita / el corazón de exasperadas fieras /
y de fraguas coléricas y herreras / donde el metal más fresco se marchita?
Así lo muestran de forma fehaciente, todas las pruebas de imagen funcional que se hacen a los pacientes.
En ellas se ve con total claridad, que se activa (casi) todo el cerebro. (Continuará)
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