Se trata de una réplica exacta, a escala real, de la cueva original que fue cerrada al público por última vez, en 2002, debido a su delicado estado de conservación.
Su masiva visita generalizada, desde que fuera descubierta en 1879 por Marcelino Sanz de Sautuola, ha propiciado una colonización microbiana que si se dispara, podría tener unas consecuencias irreversibles para su Sala de Polícromos.
Unas pinturas del techo de las que, a pesar de lo poco que se sabe de la época, se puede asegurar son obra de una misma mano.
Un hecho singular éste.
Lo que obliga, por un lado, a limitar al máximo tanto el intercambio de materia, Δm = 0 como el de energía, ΔE = 0 con el exterior. Vamos lo más cercano a lo que en física se conoce como un sistema aislado.
Y, por otro, a concienciar a la gente para que visite la réplica grutera en lugar de la original. Una réplica que además, desde el punto de vista divulgativo y educativo es, incluso, más interesante que la propia visita al original.
Un patrimonio cultural, científico y turístico esencial de Cantabria que forma -junto al Museo Nacional y Centro de Investigación (1979), donde está ubicada la réplica- uno de los complejos prehistóricos más importantes de Europa.
Situada cerca de Santillana del Mar, Cantabria (España), está considerada “la capilla Sixtina” del arte rupestre.
Gracias al método de datación del carbono-14 sabemos que dichas pinturas fueron realizadas entre 15 000 y 12 000 años a.C. Es decir pertenecen al período Magdaleniense III.
Como seguro saben, el animal más representado es el bisonte. Hay hasta dieciséis (16) ejemplares de diversos tamaños y posturas. También caballos, ciervos y signos tectiformes.
Por todo lo indicado, habría que ser especialmente cuidadoso, a la hora de tomar la decisión sobre una nueva reapertura. Un pronunciamiento que ocurrirá este otoño.
Después seguiré con este asunto. Ahora me gustaría contarles la historia de cómo se descubrió.
El hombre se dio de cara con la entrada de la cueva, al intentar liberar a su perro, que se había quedado atrapado entre las grietas de unas rocas, mientras perseguía a una pieza de caza.
Lo que se dice un descubrimiento serendípico.
Por él se enteró Marcelino Sanz de Sautuola, erudito en paleontología, de la existencia de la cueva. Sucede que Cubillas trabajaba de aparcero en su finca. Sin embargo, por lo que sabemos, el paleontólogo no le prestó la mayor atención.
Algo comprensible, pues toda la zona es un terreno kárstico, caracterizado por poseer centenares de grutas. Así que una más, no supuso ninguna novedad. De hecho tampoco llamó la atención del vecindario de la zona.
De ahí que Sanz de Sautuola no la visitara hasta 1875. Sólo quería echarle una vista. La recorrió entera y parece ser que reconoció algunos signos. Una repetición de rayas negras, a las que no dio ninguna importancia. No pensó que fueran fruto de la mano humana.
Pero una segunda visita tuvo lugar cuatro años después, en el verano de 1879, año de nacimiento de Albert Einstein dicho sea de paso. Esta vez fue acompañado de su hija María, de 9 años.
Una circunstancia fundamental, ya que fue ella la auténtica descubridora de Altamira. Se lo cuento. (Continuará)
Su masiva visita generalizada, desde que fuera descubierta en 1879 por Marcelino Sanz de Sautuola, ha propiciado una colonización microbiana que si se dispara, podría tener unas consecuencias irreversibles para su Sala de Polícromos.
Unas pinturas del techo de las que, a pesar de lo poco que se sabe de la época, se puede asegurar son obra de una misma mano.
Un hecho singular éste.
Lo que obliga, por un lado, a limitar al máximo tanto el intercambio de materia, Δm = 0 como el de energía, ΔE = 0 con el exterior. Vamos lo más cercano a lo que en física se conoce como un sistema aislado.
Y, por otro, a concienciar a la gente para que visite la réplica grutera en lugar de la original. Una réplica que además, desde el punto de vista divulgativo y educativo es, incluso, más interesante que la propia visita al original.
Cueva de Altamira
No olvidemos que la Cueva de Altamira, Monumento Nacional desde 1924 y Patrimonio de la Humanidad desde 1985, es un referente del Paleolítico europeo.Un patrimonio cultural, científico y turístico esencial de Cantabria que forma -junto al Museo Nacional y Centro de Investigación (1979), donde está ubicada la réplica- uno de los complejos prehistóricos más importantes de Europa.
Situada cerca de Santillana del Mar, Cantabria (España), está considerada “la capilla Sixtina” del arte rupestre.
Gracias al método de datación del carbono-14 sabemos que dichas pinturas fueron realizadas entre 15 000 y 12 000 años a.C. Es decir pertenecen al período Magdaleniense III.
Como seguro saben, el animal más representado es el bisonte. Hay hasta dieciséis (16) ejemplares de diversos tamaños y posturas. También caballos, ciervos y signos tectiformes.
Por todo lo indicado, habría que ser especialmente cuidadoso, a la hora de tomar la decisión sobre una nueva reapertura. Un pronunciamiento que ocurrirá este otoño.
Después seguiré con este asunto. Ahora me gustaría contarles la historia de cómo se descubrió.
La historia de su descubrimiento
En realidad la cueva de Altamira no fue descubierta cuándo y por quién les indicaba unas líneas más arriba. Ocurrió por casualidad, unos años antes, en 1868 y por un cazador llamado Modesto Cubillas.El hombre se dio de cara con la entrada de la cueva, al intentar liberar a su perro, que se había quedado atrapado entre las grietas de unas rocas, mientras perseguía a una pieza de caza.
Lo que se dice un descubrimiento serendípico.
Por él se enteró Marcelino Sanz de Sautuola, erudito en paleontología, de la existencia de la cueva. Sucede que Cubillas trabajaba de aparcero en su finca. Sin embargo, por lo que sabemos, el paleontólogo no le prestó la mayor atención.
Algo comprensible, pues toda la zona es un terreno kárstico, caracterizado por poseer centenares de grutas. Así que una más, no supuso ninguna novedad. De hecho tampoco llamó la atención del vecindario de la zona.
De ahí que Sanz de Sautuola no la visitara hasta 1875. Sólo quería echarle una vista. La recorrió entera y parece ser que reconoció algunos signos. Una repetición de rayas negras, a las que no dio ninguna importancia. No pensó que fueran fruto de la mano humana.
Pero una segunda visita tuvo lugar cuatro años después, en el verano de 1879, año de nacimiento de Albert Einstein dicho sea de paso. Esta vez fue acompañado de su hija María, de 9 años.
Una circunstancia fundamental, ya que fue ella la auténtica descubridora de Altamira. Se lo cuento. (Continuará)
2 comentarios :
Buenas, ya se que no tiene nada que ver con este tema pero me gustaría saber que piensa usted del Gran Colisionador de Hadrones de Ginebra, y si no es mucho pedir que lo publicara en su blog para que tenga la oportunidad de saber su opinion, muchas gracias.
Hola anónimo, perdone el retraso en contestarle.
La verdad es que el tema lo tengo un poco dejado de lado. Lo último que escribí lo puede ver en el blog, aunque tiene un tiempo.
Basta con meter en el buscador la palabra "LHC".
Hay hasta un rap que le hicieron.
Muchas gracias por tu interés.
Carlos Roque Sánchez
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