viernes, 2 de abril de 2010

El Premio Nobel inexistente (II)

(Continuación) Desestimada la segunda versión amorosa les planteo una tercera, la de la amante infiel.

c) La de la amante infiel. Esta última habla también de un engañado Alfred, aunque en este caso perpetrado por una amante que sí existió en realidad.

La vienesa Sophie Hess, con la que mantuvo una relación amorosa más o menos fija desde 1875.

Ella era una chica humilde a la que había rescatado de su condición de dependienta, dotándola de una cierta instrucción.

Se trataría de una nueva versión, la enésima, de Pigmalión.


Según la historia popular, la pequeña Sophie conoció un día al mentado casanova matemático. Y le pasó lo que a todas. Se sintió fuertemente atraída por él, e inició una relación a dos bandas. Un trío amoroso vamos.

Añadir que tampoco hay pruebas de esta otra infidelidad. Es más, ni siquiera referencias de que se hubieran llegado a conocer la amante infiel y el irresistible Don Juan.

“Madame Nobel”
De lo que sí hay pruebas es de que Sophie, que se hacía llamar con cierto descaro “Madame Nobel”, le era infiel. Le engañaba pero no con el matemático, sino con un profesor de equitación.

Y aunque esta relación no aporta nada a nuestro estudio, de porqué no hay Premio Nobel para los matemáticos, sí podría explicar, al menos, que tampoco haya un Nobel para jinetes.

Concluyendo. No parece que la causa de la inexistencia de un Nobel para las Matemáticas, la podamos asociar con el amor y sus consecuencias.


2.- El Nobel inexistente y la promesa incumplida
Aunque no hay pruebas de que fuera una mujer la causa del odio entre Nobel y Mittag Leffler, sí es cierto que pudo existir una mutua enemistad entre ellos.

Unas diferencias personales cuyo origen podría estar en una supuesta promesa que el químico había hecho al matemático y que no cumplió.

Todo empezó cuando Mittag Leffler entabló una relación epistolar con Nobel, poco antes de que éste muriera.

Su finalidad era convencerlo para que empleara una parte de su fortuna, en la ampliación de la entonces Escuela Stockolm Hogskola.

Una institución que con el paso del tiempo llegaría a ser la actual Universidad de Estocolmo. Una pretensión, por tanto, de lo más normal.

En un principio, y aparentemente, estas relaciones marchaban muy bien. Tanto que en la Escuela Hogskola, todos estaban seguros de recibir una buena subvención de Nobel.

Por eso su sorpresa y decepción fue grande, al saber que no estaban incluidos en el testamento, cuya lectura pública se hizo en 1897.

Todo hace pensar que este revés económico fue aprovechado por los rivales académicos de Mittag Leffler.

Hicieron circular el rumor de que había sido por culpa del resentimiento que Nobel sentía por él.

Y de paso le culpaban también de la exclusión de las matemáticas entre las disciplinas incluidas en los premios nobel. Así que dos por el precio de uno. Si la envidia fuera tiña.

Pero no fue así. Tampoco parece muy fundada esta segunda hipótesis asociada, primero, a una supuesta palabra dada y, luego, no cumplida.

Por lo que tendremos que seguir indagando y continuar con la búsqueda de respuestas. (Continuará).

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