viernes, 28 de agosto de 2015

De vuelta con los grafitis, Flaubert, du Camp y de Botton

En ‘El arte de viajar’, de Botton, nos alerta sobre las posibles satisfacciones y desilusiones que producen los viajes.

Pretende ser, y en buena medida lo consigue, un antídoto para esas guías que nos dicen qué hacer cuando llegamos a un lugar. Esta es la segunda pincelada bottoniana que les quería reseñar.

Antídoto les decía, pues trata de explicar, primero, qué impulso fue el que nos llevó hasta allí y, después, nos sugiere cómo podríamos ser más felices en nuestro viaje. En fin.

Un batiburrillo de humor, motivaciones ocultas, expectativas y complicaciones, de algunos de los derroteros viajeros que en el ancho mundo son.

Aunque también en sus páginas se mezclan citas literarias, reflexiones filosóficas, sucedidos y fotografías. Por cierto que acaba el libro con una frase del matemático francés Blaise Pascal (1623-1662) que no conocía:

“Toda desgracia de los hombres procede de una sola cosa: no saber estar en reposo en una habitación”. No sé qué decirles al respecto. He de confesarles que a estas alturas del artículo ando algo perdido y confuso.

No obstante, lo que sí tengo meridianamente claro es que Flaubert, que viajó a Egipto huyendo por así decirlo, de la estupidez de la burguesía francesa, se encontró con lo que no esperaba, casi una verdad universal: en todas partes hay tontos.

Un mundo omnipresente, el de la beocia estulticia, ante el que se rinde cuando al final de una de sus cartas, particularmente cómica, confiesa convencido de que los tontos están y estarán siempre en mayoría.

Una conclusión a su entender sin el menor error, dado que éstos no paran de crecer amenazando con ser aplastante mayoría.

Es lo que viene a reflejar una de sus frases: “La Tierra tiene sus límites, pero la estupidez humana es ilimitada”. Un pensamiento que comparto, con la salvedad estupidaria que ya me conocen. Mejor que estupidez humana, y bien dicho, sólo estupidez.

Únicamente los humanos hemos demostrado ser animales estúpidos.

Y un pensamiento, el de la frase flaubertiana, que en buena medida parece compartir unos años después, el historiador y crítico de arte Cesare Brandi (1906-1988) en su viaje por Grecia.

Una historia que merece ser contada en otro momento. Ya me entienden.



1 comentario :

un lector dijo...

Una historia que merece ser contada en otro momento. La cita es de Ende, ¿verdad?