O sea, el Odio.
De todos los días terribles que en la historia del mundo han sido, uno,
especialmente uno, resultó ser el que más. Fue, aquel en el que el Odio, que
como bien es sabido reina sobre todos los malos sentimientos y peores defectos
que puedan existir, los convocó urgentemente a una reunión, y a ella acudieron
prestos, con curiosidad ¿Cuál podía ser la causa?, se preguntaban los deseos
más perversos y negros que pueden anidar en el corazón humano. Solo hasta que
no estuvieron todos, el taimado Odio no apareció y entonces les espetó: “Los
he reunido aquí porque deseo, con todas mis fuerzas, matar a alguien”.