(Continuación)
Pero lo volvió a pensar, no quería morir, ni matar, ni tener celos así que, con
valentía y voluntad se impuso sobre ellos y los venció. Nunca habían visto nada
igual los malos sentimientos. Año tras año, siglo tras siglo, milenio tras
milenio, el Odio siguió en su lucha enviando a sus más hirientes compañeros: la
Frialdad, el Egoísmo, la Indiferencia, la Pobreza,
la Enfermedad y a muchos otros más, que fracasaron siempre porque, cada
vez que el Amor se sentía desfallecer, tomaba de nuevo fuerzas y se superaba.
Al final,
convencido de que era invencible, les dijo: “No hay nada que hacer, el Amor
puede con todo. Llevamos demasiado tiempo intentándolo. Abandono”. Para
todos el Odio estaba acabado, quizás había llegado el momento de elegir otro
jefe.
Quien mató al
Amor
De pronto, de
un oscuro rincón, se levantó un sentimiento. Estaba solo, vestía de negro y un
gran sombrero que caía sobre su rostro lo ocultaba a la vista. Nadie parecía
conocerlo y todos se estremecieron ante su fúnebre aspecto, que era como el de
la muerte o quizás peor.
Su voz sonó
gélida cuando, con seguridad, dijo: “Yo mataré al Amor”. Incrédulos,
todos se preguntaban quién era ese insolente que pretendía triunfar donde otros
muchos habían fracasado. Cómo lograría lo que ninguno había conseguido. No,
sencillamente, no podría.
Sin embargo,
el Odio siempre odioso, no desaprovechó la ocasión: “Ve y hazlo”. Ni que
decir tiene que ninguno pensó que lo conseguiría, pero estaban equivocados. A
las pocas semanas, el Odio los convocó y todos pensaron que oirían un nuevo
fracaso, mas no fue así.
Ante todos
ellos, el negro sentimiento del gran sombrero habló: “Ahí les entrego al
Amor, bien muerto y destrozado”. Y sin decir más se marchó. De modo que era
cierto, por fin, el Amor estaba muerto.
Una feliz noticia sin duda, pero ¿quién era
ese sentimiento? ¿cómo lo había logrado? Fue el Odio quien tomó la palabra por
todos: “Espera ¿Qué hiciste? ¿Cómo fue posible en tan poco tiempo? ¿Lo
desesperaste? ¿Y no hizo el menor esfuerzo para vivir? ¿Quién eres?”. El
negro sentimiento, sin detenerse, giró su cabeza y levantó por primera vez su
horrible rostro, sólo dijo: “Soy la Rutina”. Todos
empalidecieron.
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
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